Miércoles 10 de Abril de 2024
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Recientemente se ha desvelado una noticia que ha sacudido los cimientos de la industria vitivinícola argentina, creando olas de preocupación y debate en todo el sector. Grupo Peñaflor, un gigante del vino argentino conocido por marcas de renombre como Trapiche, Finca Las Moras y Bodega Suter, ha tomado la decisión de importar nada menos que 4 millones de litros de vino chileno. Este movimiento, destinado a complementar la producción de su marca de nivel de entrada Termidor, ha levantado cejas y generado un torbellino de reacciones en Argentina, especialmente entre los productores de vino locales.
La razón detrás de esta medida, según informa el medio sanjuanino Diario Huarpe, es la incapacidad de Grupo Peñaflor de asegurar el suministro de vino necesario dentro del territorio argentino. A pesar de los esfuerzos por encontrar vino local, incluida la publicación de anuncios en periódicos regionales, la empresa se vio forzada a mirar más allá de las fronteras nacionales, optando por el vino chileno a precios "similares" a los del vino a granel local. Esta noticia, como era de esperar, no ha sido bien recibida por los viticultores argentinos, quienes ven en esta acción una amenaza potencial no solo para sus negocios, sino también para el acuerdo de Mendoza-San Juan.
El acuerdo de Mendoza-San Juan, vigente desde mediados de los años 90, tiene como objetivo mantener un equilibrio en las existencias del mercado de vino a granel, evitando la sobreproducción. La importación de vino por parte de un actor tan significativo como Grupo Peñaflor se percibe como una violación de este espíritu de cooperación y equilibrio, suscitando el temor de que se debilite una política nacional de producción de vino considerada hasta ahora como fundamental.
La controversia se intensifica con la mención de la política gubernamental actual bajo el mandato de Javier Milei, conocido por su enfoque neo-liberal y por facilitar las importaciones de alimentos, incluido el vino. Esta política ha sido señalada por Diario Huarpe como un posible factor que ha hecho posible la importación de vino chileno por parte de Grupo Peñaflor, alimentando el debate sobre las implicaciones a largo plazo de tal apertura en el mercado vitivinícola argentino.
Esta no es la primera vez que Grupo Peñaflor se encuentra en una situación similar. Hace dos años, la empresa también buscaba importar 4 millones de litros de vino del extranjero, lo que destaca una tendencia o necesidad recurrente dentro de la compañía que, según Francisco Pico, director de Relaciones Institucionales de Peñaflor, es crucial para continuar operando.
La decisión de Grupo Peñaflor de importar vino chileno plantea preguntas fundamentales sobre el futuro de la industria del vino en Argentina. ¿Es este un caso aislado, dictado por necesidades específicas de producción, o estamos ante el preludio de una era de mayor apertura y dependencia de las importaciones? La respuesta a estas preguntas no solo afectará a los grandes productores como Peñaflor, sino también a los pequeños y medianos productores argentinos, cuya supervivencia podría estar en juego en un mercado cada vez más globalizado.
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