Vinos y gastronomía local: el maridaje geográfico

Es más que probable que una de las primeras asociaciones entre bebida y comida hayan nacido por la coincidencia geográfica de los productos, aunque ahora los llamemos maridaje de proximidad o de kilómetro cero, cuando lo cierto es que hace siglos que están ahí.

Javier Campo

Lunes 16 de Octubre de 2023

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almejas de carril
La gastronomía gallega es un claro ejemplo de maridaje local con vinos de la región. En la imagen almejas de Carril.

Tan solo tenemos que tirar de tiempo y de mapa y comprobar como hemos asociado comida y bebida dependiendo del lugar de origen y procedencia. Los ejemplos más claros los podemos encontrar en los pescados en salazón y ahumados de los vikingos que maridaban con hidromiel ya que la cerveza la dejaban para los asados de carne. O los griegos, con sus legumbres y su akratismós de carne asada pan y vino tinto. Los egipcios eran más de verduras y cerveza, aunque lo cierto es que tampoco tenían mucho más.

Nos vamos a algo más contemporáneo en el tiempo y son varios los países que podemos en los que podemos asociar comida y bebida por proximidad o región como por ejemplo unos niguiri con sake de Japón, el koleno con Urkell en Chequia o los deliciosos mici con palinca en algunas zonas de Rumanía como Transilvania.  Y por supuesto, aquí en España también tenemos esas asociaciones por territorio.

En Asturias te tomas una fabada y la acompañas con vino de Cangas, y aquí dejamos abierto el tema del blanco o el tinto. Pero lo habitual sería pedir una sidra. Si queremos rizar el rizo un trocito de queso azul de cabrales con una sidra de hielo.

Muy cerquita, en Galicia te pides unas almejas de Carril (que es un pueblo y no un tipo de bivalvo), y estaría muy bien el acompañarlas un con un buen Albariño de Rías Baixas o con una treixadura de Ribeiro.

Hay muchos platos en la gastronomía catalana y muchas opciones en su muchas denominaciones de origen. Por ejemplo, el bacalao con un buen picapoll de Pla de Bages o una clotxa de pan, tomate, aceite y sardina de casco tan típica en la Terra Alta y que acompañamos con una buena Garnacha Blanca de la zona.

Un queso manchego con un vino manchego. Un jamón ibérico andaluz con un buen vino de Jerez o de Montilla Moriles. Un cocido madrileño con una garnacha de la Sierra de Gredos. O unos fartons con horchata por darle un toque divertido al tema. Podemos llenar uno o varios libros on recetarios de nuestra extensa y rica gastronomía con acompañamientos de la misma zona o cercana y, casi siempre, funcionan.

Javier Campo
Sumiller y escritor de vinos
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