Wine Rider: Ruta del Vino de Toro, Toro ciudad del vino

La segunda de las jornadas por la Ruta del Vino de Toro me lleva por la propia ciudad de Toro y sus alrededores. Un recorrido para sumergirnos en su historia ligada al vino visitando diferentes puntos de interés cultural

David Manso

Viernes 07 de Octubre de 2022

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Parto desde Monte la Reina, lugar donde cerramos el primer día de ruta. Me despido de este bonito complejo con un buen desayuno y pongo rumbo a mi primer destino. El sol empieza a levantar, cruzo el Duero por un antiguo puente de hierro tras pasar los raíles del tren que lleva a Zamora, esa línea llamada MZOV de la que hablaba en el capítulo anterior. En poco más de diez minutos llego al cruce donde se localiza el Monumento a la Batalla de Toro, cerca de Peleagonzalo. Un recordatorio de la contienda librada en estos campos que llevó a los partidarios de Isabel, en defensa de estas tierras por Castilla y a los de Juana, más conocida como "La Beltraneja", esposa de Alfonso V de Portugal, a luchar contra aquellos que buscaban anexionarlas al dominio portugués.

Me voy acercando a Toro, pero antes me dirijo a su Puente Mayor. Una construcción del S. XII que arrastra también el apellido de "romano", posiblemente por asentarse en el mismo lugar que su antecesor, de madera y de época romana, y que cobró notable importancia al unir las vegas, zonas de cultivos, con la ciudad de Toro. El Duero, río nacido en los Picos de Urbión que apaga la sed de tantas zonas de cultivo y viñedos, a su paso por Toro discurre plácido y caudaloso en su camino hacia el Atlántico.

Dejo el camino de tierra, entro en una subida adoquinada que me lleva a Toro. Mi primera parada será en el Alcázar. Último bastión de la Beltraneja antes de ser derrotada, sus orígenes se remontan al S. X formando parte de la antigua muralla. Ha sido castillo, almacén de pólvora, y hasta hace poco ha albergado la Oficina de Turismo de Toro, ahora localizada en el Ayuntamiento, por si queréis más información a vuestra visita. Mirando a las vegas con el Duero de fondo, en la trasera del Alcázar, repaso un poco la historia de los vinos de Toro, un viaje en el tiempo que arranca con la llegada de los romanos, pasando por los visigodos, la Edad Media, del posible viaje de los vinos de esta tierra a América con Colón, hasta llegar a nuestros días. Un pequeño acercamiento para conocer más de su relevancia en el pasado.

Sigo recorriendo Toro, visito la Colegiata de Santa María la Mayor, una iglesia de estilo románico-gótico, la más representativa de la transición entre ambos estilos en España, en la que descubrir su patrimonio cultural y la imponente Portada de La Majestad, una obra en policromía que representa el Juicio Final y que han sido catorce los años que se ha tardado en restaurar. Los Monasterios e iglesias han representado un importante papel en la expansión y las mejoras de las técnicas de viticultura y elaboración de vino considerándoles otros de los grandes impulsores en la península ibérica.

La GS se mueve bien en todo tipo de terreno, y la ciudad es uno de ellos, esto me permite llegar hasta la misma puerta en todos los puntos visitados en la ciudad de Toro. Llego al Ayuntamiento para visitar la antigua bodega que hay bajo sus suelos y otra bodega, la conocida como "la Niña Bonita", esta última un espacio para conocer más del pasado, historia y la elaboración de vino en el corazón de la ciudad. Un interesante recorrido entre pasillos de ladrillo, salas abovedadas y empinadas escaleras, un viaje en el tiempo con mucha, mucha cultura del vino. En la última sala encuentro una imagen de la Torre del Reloj. Una obra que ya en la calle puedo contemplar. Su construcción data de mediados del S. XVI, sufriendo una transformación durante el reinado de Felipe V, por lo tanto la que hoy contemplamos es del año 1.719. Esta, tiene una leyenda en la que el vino cobra importancia, este fue usado en la mezcla de la argamasa empleada para su construcción.

Antes de continuar ruta, me paso por la Plaza de Toros, una construcción de 1.928 considerada una de las más antiguas de España y la tercera de Castilla y León. Su originalidad y belleza estriban en su diseño y los materiales empleados. Sus tapiales (muros de arcilla compactada), ladrillos y la madera sustentan y dan forma a esta bonita obra arquitectónica. Antes de comer me dirijo a el Museo de Queso Chillón, donde esta familia que arrancó en la elaboración de quesos allá por 1.890 ha recuperado una importante muestra de los utensilios y máquinas que a lo largo de estos años han empleado para elaborar sus quesos. Una visita en la que no sólo conocer su historia, su pasado, sino que también degustar sus quesos, y si uno lo estima llevarse unas cuñas o un queso entero, yo lo hice.

Para comer y conocer la oferta gastronómica me uno a una experiencia un tanto diferente para mí. Voy a hacer enoturismo uniéndome a un grupo para visitar la Bodega Divina Proporción, una experiencia algo diferente a las que como comunicador suelo hacer. Una forma también para tener un mayor referente de la oferta de enoturismo. Tras visitar las instalaciones, su bodega y conocer más de su elaboración, es momento de comer. Un propuesta de varios platos, unos cuantos la verdad, típicos de la gastronomía zamorana acompañada de dos de sus vinos. La experiencia personal ha sido diferente, enriquecedora y un sincero motivo de alegría al ver el interés y disfrute del grupo al que me había unido. Por un precio asequible se puede conocer una bodega, disfrutar de la gastronomía, beber sus vinos y pasar un rato entretenido y agradable.

Me subo a la moto con una sensación agradable y el estómago lleno. Me dirijo a mi siguiente destino, a conocer el Museo del Vino de Pagos del Rey en Morales de Toro. Tres zonas bien diferenciadas, una primera exterior en la que conocer utensilios y medios de transporte que acompañaron a los viticultores y bodegueros a principios del pasado siglo. Una segunda, ya en el interior, que ocupa la planta baja de esta nave que data de 1.964 en la que se exponen antiguos utensilios, cestos, recipientes, pellejos, toneles,...etc. preservando los 28 depósitos de vinificación originales. Y una tercera en la segunda planta en la que conocer más de la historia de los vinos de Toro, sus referencias literarias, refranes,...etc. para terminar la visita degustando un vino, que en mi caso es un mosto.

Cae la tarde, el final de esta ruta por la Ruta del Vino de Toro va tocando su fin. Para cerrar el día me dirijo a Valbusenda, una bodega con hotel. Visito la bodega para conocer cómo elaboran el vino, algo que hacen por gravedad, su sala de depósitos, donde me llaman la atención tres de ellos de madera, y su sala de barricas. Una visita que se puede hacer a ras de suelo o desde la parte superior. Es hora de descansar, uno puede bañarse en la piscina, darse un spa, visito el museo ampelográfico para conocer variedades de uva foráneas tanto tintas como blancas, unas cultivadas en otras denominaciones y otras ni si quiera presentes en España. Me relajo en su Bar Lounge, disfruto de su Verdejo con vistas al Duero mientras el sol se oculta tras los árboles. Para conocer su oferta gastronómica ceno en el Restaurante Nube. Carta variada com productos locales de temporada, también ofrece menú degustación. La carta de vinos sorprende, a parte de los vinos de Valbusenda, los cuales se pueden pedir por copas, también hay de otras zonas de producción, vinos reputados y muy bien considerados de otras denominaciones servidos por botellas. El cierre ideal a esta jornada y a una ruta de enoturismo recorriendo la Ruta del Vino de Toro.

David Manso
Licenciado en Marketing y apasionado del vino.
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