Aromas a bota impregnan Madrid

No hay lugar concreto ni establecido donde no se disfrute de un vino generoso, pero ciertamente es en su origen...

David Manso

Martes 08 de Febrero de 2022

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No hay lugar concreto ni establecido donde no se disfrute de un vino generoso, pero ciertamente es en su origen donde la experiencia se hace más placentera. Verse rodeado de viejas botas, de ese inconfundible olor que se desprende en las sacristías y que impregna cada rincón, donde caminar sobre la albariza mientras tenues rayos de sol se abren paso entre telarañas y una caña se hunde en la bota en busca de un pedacito de felicidad hace que te transportes a otro tiempo. Sensaciones estas que uno puede sentir viajando al sur, y que con un fino o un amontillado en la mano se vean amplificadas. A falta de esta enriquecedora experiencia, una buena oportunidad para acercarse a estas joyas enológicas es acudir a uno de los salones más importantes que se celebran en la capital para conocer más sobre estos tradicionales vinos.

Una nueva edición, y ya van seis, del Salón de Vinos Generosos, Dulces y Fortificados aterrizó en Madrid la semana pasada. Un recorrido enológico en el que no sólo conocer, sino también disfrutar de los vinos generosos, algo difícil por estas latitudes ante la falta de más presencia de estos en la capital. Los cuales hay que reconocer no son fáciles de encontrar. Por aquí, los amantes del vino (winelovers), afinando un poco más en este tema que nos trata los sherrylovers (amantes del vino de Jerez), sin querer excluir al resto de vinos generosos de otras regiones, debemos acudir a locales muy concretos para poder disfrutarlos, ya que en la mayoría de bares y restaurantes no los trabajan e incluso los desconocen, llegando en este último caso a servirte un poleo cuando solicitas al camarero una manzanilla, triste realidad que he llegado a experimentar. Por aquí, los amantes de estos vinos los echamos en falta.

Gran variedad y diversidad definieron esta nueva edición. Fino, manzanilla, fino amontillado, manzanilla pasada, palo cortado, amontillado, oloroso, dulce,...etc. una gran variedad de elaboraciones procedentes de lugares tan históricos como Jerez, Sanlúcar de Barrameda o Moriles, o de otros menos conocidos para el público general como Jumilla o Rueda, para ofrecer un amplio recorrido en el que la magia de las crianzas, biológica y oxidativa, las criaderas y su solera, hacen de estas elaboraciones unos vinos complejos, ricos y generosos en aromas, de sabores punzantes,  donde el tiempo, un tiempo que pasa lento pero que deja en cada elaboración una huella muy particular.

También, llegados del este peninsular estuvieron presentes varias elaboraciones del conocido como "vino de reyes", el fondillón alicantino. Elaboraciones de la variedad Monastrell, sin fortificar, donde es el azúcar de la uva sobre madurada la que le hace ganar los preciados grados de alcohol a estos vinos, y que a su vez comparten con los generosos largas crianzas en barrica como sello de identidad. Los vinos catados presentaban aromas dulces, de fruta madura, licorosos y de agradable gusto a frutos secos y notas tostadas.

En el recorrido, bien organizado por cierto, cumpliendo las normas impuestas por la Covid, también estuvieron presentes varias bodegas con los vinos dulces procedentes de la Dop Jumilla. Elaborados con la variedad Monastrell. Y tampoco ha de faltar mención a los tradicionales vinos de crianza oxidativa de la provincia de Valladolid, que ahora resurgen con fuerza, gracias a sus vinos rancios.

Para un servidor, uno de los salones más atractivos de los que por Madrid concurren. Un magnífico escaparate de estos grandes vinos representados por grandes e históricas bodegas que hacen que cada elaboración adquiera una personalidad única e inimitable. Como amante de ellos, sólo desear que su presencia para el disfrute sea más común en la hostelería para disfrute de los de la capital.

David Manso
Licenciado en Marketing y apasionado del vino.
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