El rapto de Europa

"Europa, entonces, prorrumpió en gritos de espanto, tendió sus brazos hacia la ribera, palideció y se estremeció al ver cómo...

Carlos Lamoca Pérez

Jueves 21 de Mayo de 2020

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"Europa, entonces, prorrumpió en gritos de espanto, tendió sus brazos hacia la ribera, palideció y se estremeció al ver cómo las olas se abrían a su paso y los animales marinos saltaban a su lado. Ocupada hasta entonces en coger flores y tejer alegremente coronas para las ninfas, ahora y en la inmensidad de la noche no divisaba sino estrellas y aguas infinitas. Tan pronto como hubo tocado tierra firme, traspasada de dolor, exclamó: «¡Oh, padre mío! Oh, hermanos y amigas mías con quienes he pasado tantos días felices! ¿Dónde me encuentro? ¿Adónde voy? ¿Es todo esto una pesadilla que me atormenta?  J. HUMBERT "Mitología griega y romana" sobre textos de Ovidio y Horacio

Europa raptada. Europa herida, polarizada. Europa en la encrucijada ¿Dónde me encuentro? ¿Adónde voy? Ya advirtió Wolfgang Schäuble cuando abrió la caja de los truenos: "El despilfarro sin sentido del "gasto político" en los países del sur de la UE, está produciendo incrementos de déficit que resultan inasumibles, para los socios rigurosos del euro. Si un país no cumple con sus compromisos dentro del  euro, habrá de abandonar la Unión Monetaria". La realidad fría de las cuentas había acabado con las promesas de solidaridad eterna.

La cortapisa del Pacto de Estabilidad Presupuestaria se ha revelado poco eficaz, por decirlo de forma piadosa. Cuando se fija un tope del 3% del PIB como nivel máximo de endeudamiento y resulta que se han llegado a niveles de hasta el 15%  sin que el Eurostat intervenga, es que las cosas no funcionan porque no se quiere que funcionen ¿Quién audita las cuentas que rinden los Estados para evitar la irreprimible tendencia al maquillaje que aquellos tienen? ¿Qué se hace cuando un Estado se pasa y se sigue pasando año a año? Nada. Absolutamente nada. La soberanía nacional, la incomprensible "no injerencia", es la que manda. No es de extrañar pues que los Estados en apuros emitan y emitan papel-Deuda (moneda al fin y al cabo) prometiendo pagar en el futuro lo que hoy gastan, generalmente mal, en la creencia de que nadie va a osar romper el vínculo, máxime si es a  ese alguien al que, precisamente,  le has colocado la mayor parte de tu trampa. Un camino absurdo que, sin prever una solución preventiva y necesaria, no evita en modo alguno, los peligros de una salida tempestuosa y traumática que ponga en peligro la misma Unión monetaria.

Porque es inasumible que, aún, pretendamos gobernar un entorno de moneda única dejando en manos de cada miembro. su personal interpretación de lo que ha de entenderse por Pacto de Estabilidad presupuestaria. La moneda única es el reflejo exterior de la riqueza común. La entrada en el euro supuso la imposibilidad "formal" de políticas monetarias nacionales. A partir de ese momento es el Banco Central Europeo (BCE) quien se va a ocupar. Pero, esa imposibilidad es como hemos dicho, meramente formal. Los Estados miembros no pueden emitir "papel euro" pero sí "papel Deuda". La grieta perfecta que ha mantenido constante el chorro del gasto en este edificio de tanta "arena-buenas palabras" y tan poca "cal-rigor presupuestario". Y es que a nadie se le escapa que si un socio falla porque despilfarra, ese euro reflejo de lo que en el mundo somos, se deprecia, se rebaja, vale menos. No es de extrañar que cuando eso ocurre, aquellos que, entienden, que ponen más de su parte para que todo vaya a mejor, se enfaden y amenacen con irse solos si el manirroto no se enmienda. Luego del "brexit", conscientes de que, el mundo no se hundirá

Si queremos que esto vaya a buen fin, que el euro funcione como reflejo de una economía común, es absolutamente necesario que creemos una autoridad presupuestaria parangonable al BCE. Que, si se quiere, analice y dé el visto bueno a los proyectos de presupuestos nacionales o que, si se prefiere, los audite antes de que sea tarde. En todo caso, que pueda acceder a las cuentas nacionales por competencia propia, que vea esas cuentas, que las analice y tenga capacidad para informar sobre su necesaria corrección, a una autoridad supranacional que vele por la necesaria estabilidad presupuestaria de todos los socios. La existencia de esa autoridad es absolutamente indispensable si se quiere garantizar la estabilidad de la moneda y su fortaleza frente ante el acoso de los especuladores-suscriptores de los denominados seguros contra los bonos estatales, "Credit Default Swap" (CDS). Estos instrumentos financieros que se han revelado harto agresivos y peligrosos en el caso de la crisis griega como herramientas de apuesta contra los propios Estados miembros y por ende, contra el propio Eurogrupo.

No solo Alemania sino también las autoridades económicas francesas y luxemburguesas han propuesto una primera piedra de ese futuro necesario de supranacionalidad: Creación de un Fondo Monetario Europeo dentro del Eurogrupo  con la necesaria concurrencia del BCE.  Gracias a "San Euro de todos los Santos" seguimos estando seguros. Salirnos, que nos echen o que se vayan los ricos equivaldría al desastre. A la devaluación. Al corralito. A que las cosas que ahora valen equis, valiesen equis partido por dos. A que terminasen pagándonos la nómina con deuda perpetua, con deuda de perra gorda. Si es preciso que sean otros los que deban fijar las líneas, que así sea. Pero que por lo que más queramos, no abandonemos el fortín franco-alemán (que eso es el euro, al cabo) so pena de tener que comernos las pesetas de una miseria que nadie ha buscado. Al menos conscientemente

Hoy, Europa doblemente raptada, sanitariamente por el pánico a lo desconocido;  económicamente por la interesada deslocalización de sus empresas hacia países en los que las condiciones laborales son miserables cuando no claramente esclavizantes. Hoy, Europa raptada por el Zeus de la desconfianza y la insolidaridad, nos asomamos una vez más al penúltimo abismo histórico de esta nuestra España. ¿Van a ayudarnos? ¿Van a ayudarnos? Pues habrá que pedirlo y a poco que nos demoremos, suplicarlo. Nos ayudarán, sí, pero con vigilancia. Sí, pero con intervención. Sí, pero no por caridad y a fondo perdido. Exigiendo transparencia. Exigiendo rigor y seriedad en el gasto de esos 300.000 millones que se necesitan para volver a empezar. A ello no habrá más remedio que ponerse y cuanto antes porque  cada día que pasa es un paso más hacia atrás, en la recuperación. Las pomadas populistas no convencen ni convencerán a sociedades educadas en la defensa del esfuerzo, del emprendimiento personal, de la disciplina presupuestaria, del rigor en la selección de los mejores, en suma, de la libertad y la democracia.  Aún estamos a tiempo de salvar el barco de la Unión. Y solo podremos hacerlo con cuadernas de solidaridad y transparencia. De lo contrario, si vamos a seguir engañando y engañándonos, no podremos sorprendernos de que un día, alguien dé la orden terrible del  sálvese quien pueda.

Carlos Lamoca Pérez
Inspector de Hacienda del Estado.
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