Viernes 25 de Marzo de 2011
Cuando vamos caminando por la calle y vemos un coche rojo que toca el claxon y suelta un apestoso olor por el tubo de escape, lo que realmente ocurre es que en nuestro interior, en nuestro cerebro, creamos la representación mental de todo esto que acabamos de percibir, nada de ello ha sucedido en realidad, se trata de una aproximación más o menos fiable de la realidad y que puede, o no, coincidir con lo que perciba la persona que va a nuestro lado. Es decir nadie sabe como es realmente el mundo que nos rodea, la realidad.
Comprender esto es fundamental a la hora de catar un vino, es la prefase de la cata de vinos y debería ser explicado antes de cualquier iniciación a la cata.
El último artículo, "Confusiones Sensoriales", del blog de Manuel, nos hace pensar que muchas veces el proceso de análisis sensorial del vino no es efectivo o no puede ser efectivo al 100%.
Al margen de los aspectos amplios y evidentes en la cata de vino, y de muchos aspectos innegables entre cualquier catador, a medida que hilamos fino en la cata, entran en juego aspectos subjetivos de la realidad que quizá sólo la persona que está en ese momento catando el vino es capaz de percibir.
La percepción es la forma que tenemos de "conectarnos" con el entorno, no hay otra. Los sentidos, los cinco primarios que todos conocemos (vista, olfato, gusto, oido y tacto) y el resto de sentidos de los que habla Manuel en su artículo, recogen los estímulos del exterior, en forma de impulsos nerviosos, es decir pequeñas descargas eléctricas, que se transmiten al cerebro para crear nuestra realidad.
Pero estos estímulos, que se "recogen" de manera aislada y de forma consciente o subconsciente, necesitan además de un proceso mental para crear la realidad. Un proceso en el que entran en juego "herramientas" cerebrales como la atención, la concentración, la memoria o la imaginación, tan usada esta última en la cata.
Sin embargo, en todo este "engranaje" cerebral, que ocurre en décimas de segundo, cabe la posibilidad de que surjan alteraciones. Por un lado cuando una persona analiza sensorial-mente un vino, el estado físico y anímico del catador repercute psicológica y emotivamente en la información asimilada.
Por otro lado, existe la posibilidad de otro tipo de alteraciones cuantitativas de la información, manifestadas por aumento-disminución de los sentidos. Variaciones como la anestesia, o falta de sensibilidad; la hipoestesia, disminución de la sensibilidad; o la hiperestesia, exageración. Todas ellas originadas, en mayor o menor grado (a veces imperceptible), por el estado físico (alteraciones de nuestro organismo casi siempre ligadas al sistema nervioso) o bien por un motivo psicológico.
También hay un tercer grupo de alteraciones basadas en la calidad de la percepción, es decir cuando la percepción está perturbada por un factor interno, como puede ser la fantasía o la imaginación, y que provoca una deformación de la realidad. Esta alteración puede ser voluntaria, cuando una persona se deja llevar por la imaginación en una cata, o cuando pretende alardear conocedor que realiza la cata ante personas menos expertas que él; o bien involuntaria cuando el catador se encuentra en una situación que le puede poner nervioso, como una conferencia ante público experto o un concurso profesional.