"Los blancos fresquitos, de la nevera"
¡Verdad y mentira! Al igual que sucede con los tintos, los vinos jóvenes deben servirse algo más frescos que los vinos con crianza. Un blanco joven y afrutado exhibe todo su descaro alrededor de los 5 grados, mientras que un blanco intenso y amaderado puede funcionar de maravilla entorno a los 12º.