Roberto Beiro
Viernes 09 de Mayo de 2025
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La industria vitivinícola mundial atraviesa una transformación profunda impulsada por factores económicos, climáticos y sociales que están remodelando su funcionamiento desde el viñedo hasta el consumidor. Según el informe "Tecnología y Digitalización en la Industria Vitivinícola Mundial", publicado por Vinetur este viernes, 9 de mayo, el sector se enfrenta a una combinación de baja producción, consumo menguante y costes elevados que está obligando a bodegas de todo el mundo a adoptar soluciones digitales como vía para asegurar su viabilidad futura.
El año 2024 dejó cifras históricas en varios frentes: la superficie mundial de viñedo se redujo un 0,6 %, alcanzando los 7,1 millones de hectáreas, y la producción mundial de vino descendió un 4,8 %, marcando el nivel más bajo desde 1961 con 225,8 millones de hectolitros. Por su parte, el consumo también cayó hasta los 214,2 millones de hectolitros, un 3,3 % menos que en 2023. Esta combinación de factores ha sido definida como una "tormenta perfecta" por los analistas del sector, que advierten de que los modelos tradicionales de producción y comercialización se están volviendo insostenibles.
En este escenario, la digitalización ha dejado de ser una opción para convertirse en una herramienta esencial. El informe identifica ocho tecnologías prioritarias que están marcando la transición: inteligencia artificial, análisis de datos, sistemas en la nube, blockchain, comercio electrónico, ERP, robótica y ciberseguridad. Su implementación no es uniforme, y la madurez digital del sector es media en comparación con otras industrias, pero el interés en la inversión tecnológica es cada vez mayor, sobre todo en viticultura y producción, dos áreas donde la digitalización aún avanza con mayor lentitud.
Los datos recogidos señalan que más del 75 % de las empresas vitivinícolas ya utiliza sistemas ERP para gestión financiera, mientras que el marketing digital y la venta directa al consumidor se han convertido en herramientas esenciales para captar nuevos públicos, especialmente en un momento en que el perfil del consumidor está cambiando. Las generaciones más jóvenes, como los millennials y la generación Z, no mantienen los mismos hábitos de consumo que los baby boomers, lo que obliga a las bodegas a renovar su comunicación, imagen y canales de venta.
La inteligencia artificial y el análisis de grandes datos están empezando a utilizarse en tareas como la predicción de rendimientos, la detección de enfermedades en el viñedo, la monitorización del proceso de fermentación o la personalización de recomendaciones en tiendas online. En Estados Unidos, un 34 % de los usuarios de IA en viticultura afirman haber mejorado su eficiencia, aunque los beneficios concretos en calidad o costes todavía no son generalizados. En bodega, la cifra asciende al 49 % en lo relativo a mejoras en la calidad del producto final.
En paralelo, el uso del Cloud Computing se está consolidando como un soporte imprescindible. Plataformas como Google Cloud o AWS permiten a las bodegas pequeñas acceder a herramientas que antes solo estaban disponibles para grandes grupos. Esto incluye desde softwares de gestión hasta análisis avanzados y sistemas de trazabilidad. Para muchas pymes, la adopción de soluciones en la nube está permitiendo ahorrar en infraestructura y reducir la dependencia tecnológica interna.
Otro campo emergente es el uso de blockchain en la trazabilidad del vino. Aunque su implantación todavía es baja, esta tecnología se perfila como una solución eficaz contra la falsificación, especialmente en los vinos de gama alta. Iniciativas como el proyecto TRACEWINDU, en Europa, están desarrollando etiquetas inteligentes que permiten verificar el origen y características del producto a través de un código QR vinculado a una cadena de bloques.
La seguridad digital es otra de las grandes preocupaciones. Con una mayor digitalización, aumenta también el riesgo de ataques informáticos, desde el robo de datos hasta el secuestro de sistemas. Según el informe, las bodegas más pequeñas, con menos recursos dedicados a tecnología, son especialmente vulnerables. La protección de los sistemas de producción automatizados y la gestión segura de los datos de clientes se ha convertido en una prioridad para los responsables de tecnología del sector.
En el campo, la robótica comienza a ganar espacio, aunque su uso todavía es limitado. Existen tractores autónomos, sistemas de poda y vendimia automatizados, así como robots capaces de deshojar o aplicar tratamientos de forma selectiva. El coste de estos equipos y la complejidad de su integración en explotaciones tradicionales suponen aún una barrera para su expansión, pero en zonas con escasez de mano de obra están empezando a implantarse como solución estructural.
En la bodega, la automatización ya es una realidad más extendida. Empresas como Treasury Wine Estates en Australia han invertido millones en sistemas automatizados de llenado, gestión de barricas y control logístico. Estas tecnologías no solo mejoran la eficiencia, sino que permiten operar con precisión y continuidad, incluso en momentos de alta demanda o restricciones laborales.
El comercio electrónico ha ganado un peso considerable en la cadena de valor del vino. Se prevé que para 2030 represente más del 20 % de las ventas mundiales. Plataformas especializadas, tiendas online propias y la venta directa están permitiendo a los productores recuperar márgenes y establecer vínculos más estrechos con sus clientes. La personalización, basada en datos, se considera un factor decisivo para fidelizar al consumidor y competir en un mercado saturado.
El informe también ofrece un análisis por países, en el que se observa que Estados Unidos lidera la adopción de tecnologías aplicadas al marketing y la venta, mientras que países europeos como Francia, Italia y España tienen una adopción más equilibrada entre administración, producción y viticultura. En el hemisferio sur, Chile, Argentina y Australia muestran interés por tecnologías vinculadas a la sostenibilidad, mientras que Sudáfrica apuesta por un modelo inclusivo, centrado en la formación y transformación del sector.
Uno de los grandes retos señalados es la falta de personal formado. El 72 % de los expertos consultados reconoce la necesidad urgente de mejorar las habilidades digitales en el sector. Esta carencia no solo limita la adopción efectiva de las herramientas disponibles, sino que condiciona la posibilidad de interpretar y aprovechar los datos generados. En muchos casos, se recogen datos manualmente y se almacenan en hojas de cálculo sin una estructura que permita su análisis útil.
Por todo ello, el informe subraya la importancia de diseñar estrategias digitales claras, invertir en formación y fomentar la colaboración entre empresas, instituciones y organismos reguladores. La OIV, como entidad de referencia en el ámbito internacional, tiene un papel clave en la definición de estándares, la validación de nuevas tecnologías y la facilitación del comercio basado en prácticas digitales y sostenibles.
La digitalización del vino ya no es un discurso del futuro, sino una necesidad del presente. Las bodegas que sepan adaptarse, formar a sus equipos y utilizar la tecnología para reforzar su identidad y su eficiencia tendrán más posibilidades de mantenerse activas en un entorno donde el cambio es la única constante.
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(PDF)Informe Vinetur Vino y Digitalización Mundial 2024 |
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