Vilma Delgado
Lunes 09 de Enero de 2023
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La Geria es una región de la isla de Lanzarote, en las Islas Canarias, que se encuentra en un paisaje inhóspito y donde pocas veces alguien podría imaginar un viñedo. Sin embargo, en este artículo vamos a descubrir cómo la vida ha aparecido en este enclave gracias al duro trabajo de los viticultores y a las condiciones propias de las rocas volcánicas.
La erupción del Timanfaya entre los años 1730 y 1736 fue una de las más intensas que se recuerdan en las islas Canarias. De hecho, sus más de 2000 días de duración la convierten en la más larga desde que hay registros en el archipiélago. Aquel espectáculo de la naturaleza supuso todo un cataclismo para los habitantes de la isla de Lanzarote. Muchos de ellos perdieron sus casas y tuvieron que cambiar por completo su modo de vida. Hoy, casi 300 años después, la historia es muy diferente.
El paisaje natural protegido de La Geria se divide entre tres municipios: Tías, Masdache y Yaiza. Esta zona era una de las más fértiles de la isla. Tradicionalmente, en esta parte se cultivaban diferentes clases de cereales que servían para abastecer al resto del archipiélago. El clima cálido era perfecto para los cultivos de secano.
Tras la gran erupción que hemos mencionado, el lugar quedó completamente sepultado bajo metros de roca volcánica y cenizas. Toda la zona tardó varios años en enfriarse lo suficiente para poder ser transitada por los habitantes de los pueblos cercanos. Hoy en día, ese calor remanente se ha convertido en un gran aliado de los cultivos de la zona.
Con el paso de los años, los propios agricultores que habían perdido su medio de subsistencia comenzaron a trabajar, muchas veces sin herramientas, para recuperar el terreno perdido. En ocasiones, hacía falta excavar más de seis metros para alcanzar la capa de tierra vegetal sobre la que podían asentarse los cultivos. En un primer momento trataron de continuar con su agricultura tradicional a base de cereales. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que las condiciones ya no eran propicias para estas plantaciones.
Por suerte, las vides sí prosperaban en el nuevo suelo volcánico. Con la ayuda de animales, camellos en su mayor parte, fueron labrando las distintas parcelas para conseguir unos viñedos de gran calidad y reconocidos en todo el mundo. La bodega más antigua de la zona data del año 1775, por lo que no pasó demasiado tiempo hasta que se consiguió recuperar la economía de la zona con la venta de vino en Lanzarote.
El tono negro de los restos del Timanfaya llena toda la extensión de los viñedos y las vides que aparecen entre sus desniveles llenan todo de color. Esto solo es posible gracias a los múltiples beneficios que proporcionan los elementos que componen ahora esta tierra. Antes de la erupción, Lanzarote no contaba con cultivos vinícolas. De hecho, fue la última isla del archipiélago en introducir las viñas. Esto es debido al clima de la zona. Las precipitaciones son poco abundantes y cuenta con unos fuertes vientos alisios.
Todo eso cambió tras el 1736. El lapilli, o picón como se le llama en Canarias, es la parte fundamental del suelo volcánico de la isla y está compuesto por partículas de entre 2 y 60 mm de tamaño.
Su capacidad para almacenar el agua es muy beneficiosa para los cultivos, sobre todo, cuando la isla se enfrenta a sequías de larga duración. La gran capa que recubre estos viñedos de Lanzarote permite mantener unos niveles de humedad constantes durante varios años.
Además, la propia roca volcánica de gran tamaño que cayó en forma de piroclastos resulta de gran utilidad. Estas piedras son colocadas por los agricultores para formar una medialuna que protege a las plantas de los fuertes vientos. De hecho, es la construcción más característica de esta zona. Los huecos entre las diferentes rocas tienen el tamaño adecuado para permitir que los atraviese la humedad y una pequeña brisa, pero evitan las rachas fuertes y perjudiciales para las plantas.
La producción vinícola de la isla no es demasiado grande. Esto hace que casi toda la producción del vino de Lanzarote se destine a las propias islas. Sin embargo, su calidad bien merece buscar las botellas que sí se exportan a la Península.
La mayor parte de las viñas se destinan a la variedad blanca malvasía volcánica. Esta uva es propia de Lanzarote y no se encuentra en ningún otro lugar. También es posible encontrar otras variedades de uva blanca como la moscatel o algunos vinos tintos.
La Geria tiene unos viñedos sorprendentes que merece la pena conocer. Su clima extremo y las condiciones de su suelo convierten a este lugar en un sitio aparentemente poco propicio para la vida, pero nada más lejos de la realidad.
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