Viernes 14 de Enero de 2022
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Producir un buen vino implica obtener frutos de una calidad excelente y para ello las características morfológicas del suelo serán de gran importancia. El suelo o terreno donde se asienta el viñedo es un factor permanente y vital, pues no solo constituye el elemento de nutrición de la vid, sino que también actúa como hábitat o soporte de esta.
La vid es una planta de gran rusticidad y prácticamente puede vegetar en cualquier tipo de terreno, salvo en los suelos salinos a los que es bastante sensible. Son arbustos con tallos vivaces leñosos y trepadores, poseen zarcillos opuestos a las hojas, hojas alternas y generalmente estipuladas. Poseen flores pequeñas, pares y en general hermafroditas, inflorescencia en racimos compuestos, frutos en bayas, semillas con testa dura y compuestas.
El suelo ejerce una acción directa en la fisiología de la vid e influye en la cantidad y calidad de su producción, al ser el soporte y el medio en el que la vid se alimenta de agua y elementos minerales. El vino obtenido en un lugar debe su originalidad al comportamiento de la vid sobre dicho tipo de suelo.
Todos los suelos derivan de una roca madre o base, que al meteorizarse bajo la acción del clima, flora y fauna espontáneas, forman distintos tipos de terreno según sea el origen de esa roca y de las citadas condiciones ambientales. Generalmente los suelos presentan un perfil con tres zonas diferenciadas:
Constituye el primer elemento determinante del potencial de desarrollo de la vid, por cuanto condiciona el volumen de tierra colonizado por sus raíces y consecuentemente las disponibilidades de agua y elementos fertilizantes en ella contenida.
Suelos profundos con provisión adecuada de agua y elementos fertilizantes asimilables, son propios para las grandes producciones, mientras que los superficiales, pobres y sin reserva hídrica, no permitiendo gran desarrollo de las vides, producen cosechas escasas, aunque de mayor calidad.
La textura o composición granulométrica del suelo tiene una importancia fundamental en el cultivo de la vid, considerándose como la fertilidad física del mismo. La composición física del suelo condiciona el desarrollo del sistema radicular y por lo tanto su aprovisionamiento en la cantidad y calidad de la producción, lo que explica la importancia del origen geológico de los suelos.
Fundamentalmente, se pueden catalogar los suelos de los viñedos en cinco tipos generales:
1-Aluviales o pedregosos
Por su textura, son los suelos más indicados para el cultivo de la vid, ya que facilitan la permeabilidad y el drenaje de las viñas
2-Arcillosos
Se trata de un suelo que retiene de manera óptima el agua y los nutrientes necesarios para la uva. En estos terrenos pueden obtenerse vinos con gran volumen, pero con una graduación alcohólica no muy alta, y con notable presencia de taninos.
3-Arenosos
Este suelo necesita poca agua, por lo que permite ahorrar en el riego de las vides. Además, provoca que la planta madure en menor tiempo. Los vinos que se obtiene por lo general suelen ser suaves y con baja graduación alcohólica.
4-Graníticos
Suelos de roca sólida y más o menos uniforme. Permiten que la planta alcance una maduración progresiva, no muy rápida. Sus vinos se caracterizan por ser aromáticos y limpios de sabor.
5- Pizarrosos
Son suelos con poca materia orgánica y que no permiten que las raíces se adentren muy abajo en la tierra. Otra característica es que, al reflejar el calor del sol, ayudan a que la vid alcance antes la madurez. Producen vinos con mayor graduación alcohólica, con notas minerales, aromáticos y complejos.
6-Francos
En estos suelos su estructura guarda un equilibrio entre la textura arcillosa, arenosa y limosa.
Otro aspecto relevante de los suelos es su la composición mineral. Por ejemplo, si poseen gran cantidad de hierro se incrementarán el color, especialmente los tonos azulados en la fruta e incluso en el vino, mientras que un terreno calizo aportará más aromas, porque el calcio influye en el grosor de la piel de la uva y por ello fomenta la acumulación de sustancias.
Finalmente, podemos apreciar que el suelo ejerce una acción directa en la fisiología de la vid e influye en la cantidad y calidad de su producción, al ser el soporte y el medio en el que la vid se alimenta de agua y elementos minerales. El vino obtenido en un lugar debe su originalidad al comportamiento de la vid sobre dicho tipo de suelo.
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