Viernes 05 de Febrero de 2021
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La vid es una liana que, en forma silvestre, adquiere un gran desarrollo. La producción de madera gana prioridad entonces sobre la producción de frutos, que se hace muy irregular, pequeña en relación al espacio ocupado por la cepa y de calidad muy mediocre. La poda consiste en suprimir parcial o totalmente ciertos órganos de la vid: pámpanos, sarmientos, yemas y, eventualmente, hojas y racimos.
La poda tiene como finalidad:
Las operaciones de poda pueden distribuirse en dos categorías:
PRINCIPIOS DE LA PODA
1. Limitar el alargamiento y envejecimiento de la cepa
Cuando se poda, se trata de dejar en la cepa sarmientos podados a longitud variable; se distinguen:
El alargamiento de los brazos de la cepa es el resultado de una propiedad fisiológica de la vid, llamada acrotonía, relacionada con su estado de liana, que favorece el crecimiento en el extremo de los sarmientos:
Esta tendencia a la acrotonía tiene varias explicaciones:
La acrotonía varía según las variedades (las variedades de fuerte acrotonía deberán podarse más pronto y a maderas cortas), el vigor de la cepa (las vides debiles tienen una acrotonía más marcada), el rigor del invierno (los inviernos poco rigurosos la favorecen), el tipo de empalizamiento. Por otra parte, el alargamiento de la madera vieja sobre la que se multiplican las heridas de poda acelera el envejecimiento de la cepa. A nivel de cada herida se forma un cono de madera muerta que penetra más o menos profundamente y dificulta la circulación de la savia. Conviene, por tanto, esforzarse en limitar el alargamiento de la madera vieja y el número de heridas de poda.
Para evitar el alargamiento de las maderas y del esqueleto se pueden emplear dos métodos:
Por eso el primer principio de la poda consiste en limitar el alargamiento, favoreciendo el desborre y el crecimiento de maderas de poda cerca de los brazos y del tronco. Eso no quiere decir que deba proscribirse todo alargamiento de las maderas, pero que si se ha decidido este alargamiento, debe ser razonado, limitado y temporal (poda Chablis, poda del «valle del Marne», por ejemplo). Esta limitación del alargamiento se hace actualmente de una forma demasiado estricta por los podadores ya que las invasiones de enfermedades de la madera, y en particular la yesca y la eutipiosis, se ven favorecidas por las prácticas que consisten en coger maderas de retorno directamente en los brazos. Esta elección lamentable lleva al podador a suprimir porciones de bra/.o y a dejar heridas de poda de gran diámetro que aumentan las posibilidades de aterrizaje de esporas y hongos. Las viñas que tienen una larga vida deben su longevidad, a falta de otras causas de marchitamiento. a generaciones de podadores que han cogido casi siempre las maderas de poda sobre madera de dos años evitando hacer cortes en las maderas más gruesas y más viejas. Eso supone que los podadores sean verdaderamente técnicos y que no tengan que realizar una cadencia diaria excesiva. Eso también supone que las cepas se poden y despampanen por el mismo podador cada año con el fin de asegurar una continuidad en las maneras de hacerla.
2. Limitar el número de yemas para armonizar y regularizar la producción y el vigor
El número de yemas dejadas en la poda, llamado carga, determina el rendimiento por cepa y por hectárea pero causa una modificación de los otros elementos del equilibrio de la planta: porcentaje de yemas desborradas, vigor, iluminación de las hojas y racimos, calidad de la cosecha. La elección de las yemas, basada en el conocimiento de una segunda propiedad fisiológica de la vid, su fertilidad, es un medio de controlar el nivel de producción y de actuar sobre el equilibrio de los elementos citados anteriormente.
Dadas las variaciones de fertilidad de las yemas en función de su posición, es fácil concebir que la poda larga es necesaria para las variedades llamadas poco fértiles, ya que las yemas de la base de las maderas de un año contienen pocos o ningún esbozo de racimos (cabernet, pinol noir, ugni blanc, sultanina, por ejemplo). Por el contrario, para las variedades muy fértiles (aramon, cariñena), la utilización de la poda larga puede provocar una superproducción y un debilitamiento de la cepa, por lo que es preferible entonces la poda corta. Finalmente, para las variedades de fertilidad media, la elección entre poda corta y poda larga está determinada por el vigor de la planta, bajo la influencia compleja del propio vigor de la variedad, del portainjerto y de la fertilidad del suelo, natural o adquirida.
El dominio de la producción en una óptica de mejora cualitativa de la vendimia queda asegurado en gran parte por el nivel de carga y por la elección del sistema de poda, en maderas cortas o en maderas largas. Es preferible para dominar el rendimiento, limitar el número de racimos por cepa evaluando correctamente la carga en el momento de la poda mejor que eliminar racimos durante el verano. La elección de los sistemas de poda en pulgares (poda en cordón Royat, por ejemplo), permite conservar solamente para la fructificación las yemas de la base de las maderas cuya fertilidad es más débil que las de las varas. Sin embargo, para las variedades de fertilidad débil, la poda corta limita mucho más los rendimientos en los años de débil «salida». Por el contrario, los riesgos de sobrecarga son más grandes en las maderas largas los años de fuerte «salida».
Fuente: Manual de Viticultura, guía técnica de viticultura – REYNIER, ALAIN
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