Abraham Muinelo
Martes 06 de Marzo de 2018
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Comienzo el presente artículo destacando que es uno de los más emotivos que haya escrito, ya que además de una singular cata, versa sobre sobre un minucioso proyecto que conjuga tradición, innovación, pasión, patrimonio cultural y respeto por la viña.
Una degustación sin ambages, en la que además del placer sensorial de la cata y una distendida conversación, en la que compartimos impresiones y matices, pude conocer las claves de un apasionante trabajo de arqueología enológica como es la recuperación de variedades ancestrales.
Invitado por Miguel Torres Maczassek, director general de Bodegas Torres, nos adentramos en un ambicioso reto que se inició en Cataluña, hace más de 30 años, con el objeto de recuperar variedades que se creían extinguidas debido a los estragos causados por la filoxera a finales del siglo XIX.
Abraham Muinelo, director de IWS Consultores y Miguel Torres Maczassek, director general de Bodegas Torres
Cabe recordar que la filoxera de la vid -nombre común de la especie Viteus vitifoliae- es un insecto hemíptero homóptero cuyo origen se sitúa en Estados Unidos y que se alimenta de las hojas y raíces de la vid. En el caso de la vid "europea", las nudosidades y tuberosidades que provoca, además de favorecer la acción de hongos y bacterias dañinas, causa daños irreparables.
El insecto llegó a Europa en 1868, debido a la importación de vid americana con la que se trataba de combatir la plaga de oídium que estaban sufriendo las vides europeas. La filoxera se detectó principalmente en tres focos: dos en Francia (Burdeos y Gard) y uno en Austria (Viena). En el caso de Cataluña, a pesar del "cinturón sanitario" (que contó con la intensa oposición de numerosos viticultores) propuesto por Joan Miret, consistente en eliminar las viñas en los Pirineos Orientales, se produjo la entrada de la filoxera en septiembre de 1879.
Recuperación de variedades ancestrales
Con el mencionado proyecto, la reputada bodega desarrolla un minucioso trabajo de I+D+i aportando un valor añadido en cuanto a la protección de la tierra, la viña y el medio ambiente.
El primer paso para la recuperación de variedades pre-filoxéricas era localizar, identificar y categorizar. Para ello se hizo un llamamiento a los agricultores catalanes, mediante anuncios en medios locales y comarcales, instando a que contactasen con Bodegas Torres si encontraban cepas que no supiesen identificar.
El primer hallazgo relevante se produjo a mediados de los 80. Fue en las terrazas del Garraf dónde se localizó una variedad desconocida que se reconoció como Garró.
Comenzaba así un nuevo reto que se dilató más de una década con operaciones de saneamiento, reproducción in vitro, aclimatación, estudios de adaptación, caracterización y potencial enológico. Los buenos resultados hicieron que se plantase la variedad en la Conca del Barberá y se incorporase, en 1996, a la primera añada de Grans Muralles.
En la misma línea, en 1998 se descubrió una segunda variedad con verdadero potencial enológico. Recibió el nombre de Querol, en referencia al pueblo en el que fue hallada.
Metodología innovadora
En el año 2000, en colaboración con el Instituto Nacional de Investigación Agronómica de Francia (INRA), institución de carácter científico y tecnológico fundado en 1946, se estableció una metodología en el proceso de reproducción de estas variedades.
Estado actual
Tras más de 30 años de evolución del proyecto, se ha logrado rastrear, identificar y recuperar cerca de 50 variedades catalanas desconocidas que, tras sobrevivir a la filoxera, se habían convertido en viejas cepas sin identificar.
Aquellas variedades que tras un intenso proceso de I+D han sido consideradas de alto potencial enológico, pasan a formar parte de vinos singulares.
Cabe subrayar que el proyecto de variedades ancestrales también se desarrolla en la actualidad en otras regiones vinícolas como Rioja, Ribera del Duero, Rueda y Rías Baixas.
Variedades ancestrales degustadas
En la cata pudimos degustar las siguientes variedades ancestrales
Variedad ancestral Querol
Conclusiones
Como podemos apreciar, la restauración de este patrimonio no sólo afecta a la dimensión histórica y cultural, sino que también debemos destacar el potencial enológico, añadiendo que algunas de estas variedades han mostrado una notable resistencia al estrés hídrico y a las altas temperaturas derivadas del cambio climático. Es por ello que en un futuro cercano se abre un interesante abanico de posibilidades.
Don Miguel Torres (presidente de Bodegas Torres y presidente de la Federación Española de Vino), Abraham Muinelo (director IWS Consultores), Miguel Torres Maczassek (director general de Bodegas Torres) y Mireia Torres Maczassek (directora de I+D+i de Bodegas Torres y presidenta de la Plataforma Tecnológica del Vino)
Así pues, gracias a este complejo a la par que apasionante proyecto que recupera variedades del olvido y de la cronología, pudimos degustar unos vinos inéditos e irrepicables en el mundo.
Una vez más, y recordando el elevado nivel alcanzado por los vinos españoles, la importancia del I+D+i, así como la necesidad de nuevas propuestas de valor en un entorno internacional de alta intensidad competitiva, espero que el presente artículo ayude a divulgar la gran diversidad, amplitud, potencial y calidad del viñedo español.
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