Martes 08 de Abril de 2014
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...las fantasías y las rarezas que hacen “diferentes” a los egos
En anterior post “vino medicina, santo remedio…” dejé para este el contarles la anécdota que viví buscando la botella del anís que ilustró mi relato.
La anécdota se enmarcó en la conversación surgida entre amigos –a la hora del aperitivo- y el dueño de una cafetería amiga a la que fui, preguntando por el anís con nombre de torero famoso. Cuando volví con la botella en la mano alguien miró la graduación y ahí comenzó la tertulia en torno a la graduación alcohólica de las bebidas.
En el vino –y cuando digo vino digo bebidas- es casi como el futbol hay un sinfín de comentarios dispares sobre un mismo tema aunque este sea de lo más común y sobre todo a la tercera copa.
Al cabo de un rato van apareciendo las fantasías y las rarezas que hacen “diferentes” a los egos de la trivial charla de un día cualquiera.
Y apareció el “a ver quien da más”: El dueño de la cafetería apareció con una reliquia (ver foto). La graduación alcohólica se ve en la foto del detalle.
Además, muy amable el caballero, nos lo dio a probar. Solo accedimos a mojar la lengua un par de los tertulianos por la curiosidad de probar los 95 grados y lo cierto es que tenia un sabor muy agradable y muy definido, imagino que lo que no tenía ya eran los 95 grados de la etiqueta.
Pero la espuela fue el relato de una elaboración personal para un cliente. Este cliente de vuelta de sus vacaciones se trajo del Machu Pichu unas hojas de las que venden a los turistas para el mal de altura y que sobre una base de aguardiente puro, también de muy alta graduación, por lo visto es lo más relajante del barrio.
Desde luego, hay que ver lo que aprende uno buscando una botella de anís, que así empezó todo…
Por [email protected] - www.termometrosparavinos.com
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