Lunes 10 de Noviembre de 2025
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Las exportaciones de vino estadounidense a Canadá han caído de forma abrupta tras la decisión del gobierno canadiense de restringir la venta de alcohol procedente de Estados Unidos. Esta medida se adoptó como respuesta a los aranceles impuestos por el presidente Donald Trump sobre productos canadienses. Según un informe reciente del Wine Institute, con sede en Sacramento, las exportaciones de vino estadounidense descendieron un 91% entre marzo y julio de este año en comparación con el mismo periodo del año anterior. El grupo, que representa a bodegas y empresas relacionadas en California, calcula que los productores estadounidenses han perdido cerca de 161 millones de dólares en valor de exportación desde marzo.
Canadá representa una parte importante del mercado exterior para el vino estadounidense, con un 36% del total exportado en 2024. La tensión comercial ha generado preocupación entre los productores, que temen perder este mercado clave. Los destiladores estadounidenses comparten esta inquietud, ya que también sufren la prohibición casi total de sus productos en Canadá. El informe del Wine Institute señala que no se había registrado una caída tan rápida y pronunciada en las ventas de vino en la historia reciente. Además, advierte que las medidas adoptadas por Canadá pueden afectar tanto a los exportadores estadounidenses como a las empresas y al gobierno canadiense, que dejarían de ingresar miles de millones en impuestos.
En marzo, el gobierno canadiense impuso aranceles como represalia a los derechos aplicados por Trump. Al mismo tiempo, varias provincias como Ontario y Quebec retiraron el alcohol estadounidense de las tiendas gestionadas por el Estado. El primer ministro Mark Carney anunció en agosto la retirada de los aranceles, pero muchas provincias mantienen la prohibición sobre los productos estadounidenses.
Estas restricciones han coincidido con un boicot más amplio a productos estadounidenses y una caída notable del turismo canadiense hacia Estados Unidos. Las declaraciones públicas del presidente Trump sobre Canadá como “el estado número 51” han contribuido a este clima tenso. Según datos de la Comisión de Comercio Internacional de Estados Unidos, las exportaciones de vino cayeron un 73% interanual en marzo, pasando de 34,5 millones a 9,2 millones de dólares. En los meses siguientes, las pérdidas aumentaron hasta alcanzar un descenso del 96% en el segundo trimestre. Un comportamiento similar se observa en las exportaciones estadounidenses de bebidas espirituosas hacia Canadá, que bajaron un 85% interanual en el segundo trimestre según el Distilled Spirits Council of the United States.
El Wine Institute ha subrayado que recuperar el acceso al mercado canadiense no solo es una cuestión comercial sino también social y económica para muchas familias y regiones productoras. La organización afirma estar preparada para ayudar a las bodegas estadounidenses a restablecer relaciones y volver a vender sus vinos en Canadá lo antes posible.
Chris Swonger, presidente del Distilled Spirits Council, señaló en agosto que la retirada de bebidas estadounidenses perjudica tanto a los productores como a los ingresos provinciales y supone una carga para consumidores y negocios hosteleros canadienses. Swonger expresó su deseo de que pronto se restablezca la presencia de estos productos en las estanterías canadienses.
El Wine Institute advierte que si se mantienen las restricciones y continúan cayendo las exportaciones, Estados Unidos perderá cuota frente a la Unión Europea, Australia y Nueva Zelanda.
Mientras tanto, bodegas canadienses están aprovechando la ausencia del vino estadounidense para aumentar su presencia en el mercado local. Narek Nersisyan, vicepresidente de ventas y marketing en Holland Marsh Wineries (Ontario), explica que este verano recibieron más visitantes y clientes interesados en experiencias locales cerca de Toronto. El movimiento “Buy Local”, impulsado tras las declaraciones y medidas comerciales estadounidenses, ha llevado a muchos consumidores canadienses a preferir productos nacionales.
Karl Coutinho, presidente de Wine Growers Nova Scotia, indica que las bodegas locales han visto aumentar sus ventas ante la falta de productos estadounidenses. Sin embargo, reconoce que su cuota sigue siendo inferior respecto a otras regiones vinícolas canadienses como Columbia Británica u Ontario. Coutinho aspira a duplicar o triplicar la cuota actual del vino local en su provincia.
Jeff Guignard, presidente de Wine Growers British Columbia, señala que California produce mucho más vino que cualquier región canadiense individualmente considerada. Sin embargo, la retirada del producto estadounidense abre una oportunidad para aumentar la cuota nacional si se eliminan barreras al comercio entre provincias.
Maria Pechurina, directora de comercio internacional en Peacock Tariff Consulting, recuerda que aunque Canadá es el principal cliente para el vino estadounidense, Estados Unidos solo ocupa el tercer puesto entre los proveedores internacionales para Canadá, por detrás de Francia e Italia. Pechurina apunta también al potencial para expandirse hacia mercados asiáticos como China o Corea del Sur.
Bodegas como Holland Marsh buscan fidelizar a estos nuevos clientes mediante colaboraciones con restaurantes locales o programas exclusivos para socios. Coutinho insiste en que no se trata de rechazar el vino estadounidense sino de evitar su monopolio y fortalecer la industria nacional para responder mejor a la demanda interna.
La situación actual refleja cómo las decisiones políticas pueden modificar rápidamente los flujos comerciales y crear nuevas oportunidades para productores locales e internacionales.
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