Jueves 08 de Mayo de 2025
Leído › 1556 veces
Este mes de mayo, Vinetur publica el informe "Elementos Metálicos en Suelos Vitivinícolas: Equilibrio, Retos y Estrategias Sostenibles para el Futuro del Sector", donde expone la actual preocupación en torno a la gestión de los metales en los viñedos. El estudio analiza el papel esencial que desempeñan el cobre, el zinc, el hierro y el manganeso en la fisiología de la vid, pero también advierte sobre los riesgos que implica su acumulación excesiva en los suelos, un fenómeno agravado tanto por prácticas agrícolas históricas como por las consecuencias del cambio climático.
Desde finales del siglo XIX, la viticultura europea ha utilizado fungicidas a base de cobre, como el conocido caldo bordelés, para combatir enfermedades como el mildiu. El uso continuado de estos productos ha provocado que los suelos acumulen cantidades de cobre que, en algunas zonas, superan ampliamente los límites regulados por la Unión Europea. Según datos recogidos en el informe, en suelos de La Rioja se han registrado concentraciones de cobre superiores a 120 mg/kg en el horizonte superficial, mientras que en Brasil algunos suelos alcanzan cifras de más de 3000 mg/kg. Esta acumulación plantea riesgos toxicológicos tanto para la salud del ecosistema agrícola como para la calidad de la uva y del vino resultante.
El informe señala que la presencia de metales en el suelo no implica necesariamente su biodisponibilidad para las plantas. Factores como el pH del suelo, el contenido de materia orgánica, la actividad microbiana y la estructura física del terreno influyen de manera directa en la movilidad y absorción de estos elementos por las raíces de la vid. Los suelos ácidos, por ejemplo, tienden a aumentar la solubilidad de metales como el cobre, el zinc y el manganeso, lo que eleva su disponibilidad y, con ella, el riesgo de toxicidad. Por su parte, la materia orgánica puede inmovilizar los metales haciéndolos inaccesibles o bien aumentar su movilidad mediante la formación de complejos solubles.
Los efectos de la toxicidad metálica sobre la vid son diversos. Un exceso de cobre puede causar reducción del crecimiento, daños en el sistema radicular, clorosis por deficiencia secundaria de hierro y disminución en la producción de materia seca. El zinc, en cantidades elevadas, provoca clorosis y necrosis foliar, mientras que el manganeso, sobre todo en suelos encharcados o ácidos, genera manchas negras en hojas y brotes. Además, metales no esenciales como el cadmio y el níquel, cuya presencia se ha incrementado por actividades humanas, representan un riesgo añadido al inhibir la germinación y el desarrollo de las plantas.
En cuanto a la transferencia de estos metales al vino, el informe explica que ocurre a través de varios caminos: absorción por la vid, residuos de tratamientos foliares y contaminación durante la vendimia. La presencia de cobre en el mosto, en concentraciones superiores a 20 mg/L, puede inhibir la actividad de las levaduras durante la fermentación alcohólica. Además, en vinos blancos, su exceso genera defectos como la quiebra cúprica, fenómeno que afecta negativamente la apariencia del vino. Para proteger al consumidor, la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) ha establecido límites máximos de metales en el vino: 1 mg/L para el cobre, 5 mg/L para el zinc y 0,01 mg/L para el cadmio.
El informe recomienda varias estrategias para gestionar los niveles de metales en los viñedos de forma sostenible. Entre ellas figuran la monitorización regular del suelo, la promoción de la salud edáfica, la implementación de manejo integrado de plagas, el uso de cultivos de cobertura y la recuperación de la biodiversidad del suelo. Además, el informe señala que el cambio climático puede alterar los procesos que controlan la movilidad y biodisponibilidad de los metales. Factores como el aumento de las temperaturas, los cambios en la distribución de las precipitaciones y la elevación del dióxido de carbono atmosférico complican aún más la gestión de estos elementos. A esto se añaden los efectos de contaminantes emergentes, como microplásticos y nanomateriales, que podrían interactuar de formas todavía poco conocidas con los metales presentes en los suelos agrícolas.
El informe finaliza haciendo un llamado a la colaboración entre viticultores, enólogos, investigadores y autoridades públicas para adoptar prácticas de manejo basadas en la ciencia, adaptadas a las características locales, que garanticen la viabilidad a largo plazo del sector vitivinícola ante los problemas asociados a la acumulación de metales en los suelos.
Más información |
---|
(PDF)Informe Vinetur Metales en suelos vitivinícolas |
Leído › 1556 veces
Fundada en 2007, Vinetur® es una marca registrada de VGSC S.L. con una larga historia en el sector del vino.
VGSC, S.L. con CIF B70255591 es una entidad inscrita en el Registro Mercantil de Santiago de Compostela, Boletín 181, Referencia 356049 en el Tomo 13, Folio 107, Sección 6, Hoja 45028, Inscripción 2
Email: [email protected] | Telf.: +34 986 077 611
Sede y oficinas en Vilagarcía de Arousa