Jueves 10 de Abril de 2025
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La industria del whisky estadounidense, denominado también como Bourbon o Whiskey, atraviesa un momento complicado, incluso sin habérsele aplicado ningún arancel hasta la fecha. Sin embargo, las presiones procedentes de la amenaza de nuevos aranceles por parte de la Unión Europea y las tensiones comerciales con Canadá están afectando directamente a productores.
En 2018, la UE impuso aranceles al whisky estadounidense como respuesta a las políticas comerciales del entonces presidente Donald Trump. Aunque estos aranceles se suspendieron en 2021, la incertidumbre nunca desapareció. Ahora, con el regreso de Trump a la presidencia y la nueva guerra comercial, más agresiva que nunca, muchos productores están renunciando a las ventas internacionales en sus previsiones de beneficios para este año.
La situación se complica aún más con Canadá. Algunas marcas estadounidenses han sido retiradas de las estanterías canadienses. Pero, como indicamos al inicio, no ha habido aranceles formales, sino de una reacción del mercado canadiense ante las declaraciones y amenazas del expresidente estadounidense.
Además, el sector del whisky estadounidense ya venía mostrando señales de debilidad. Tras un periodo de crecimiento durante la década pasada y un repunte durante la pandemia, las ventas nacionales han empezado a caer. En 2023, el volumen bajó un 1,2% y en 2024 otro 2%, según datos de IWSR, firma especializada en análisis del mercado de bebidas alcohólicas. A nivel internacional, las ventas se mantuvieron estables en 2023 pero podrían disminuir este año.
Este descenso coincide con un exceso de oferta. Durante los años de auge, muchas destilerías aumentaron su producción esperando que la demanda siguiera creciendo. Pero no ocurrió así, esa demanda no se ha mantenido. El resultado es un mercado saturado con millones de barriles envejeciendo sin compradores claros. Un stock que no se vende y no tiene visos de hacerlo.
Kentucky, el principal estado productor de bourbon en Estados Unidos, fabricó 3,2 millones de barriles en 2024 y tiene más de 14 millones almacenados. Algunas empresas han invertido grandes sumas en ampliar su capacidad productiva y ahora se enfrentan a problemas para colocar sus productos en el mercado.
El cambio en los hábitos de consumo también influye. La generación Z bebe menos alcohol que generaciones anteriores. Además, factores en auge en Estados Unidos, como el uso del cannabis o medicamentos como Ozempic, el primero porque se usa como alternativa al alcohol y el segundo porque elimina las ganas de beber, podrían estar reduciendo el interés por el alcohol. Aunque estos elementos no son determinantes por sí solos, sí afectan al comportamiento general del consumidor.
Por otro lado, el whisky es un producto que requiere planificación a largo plazo. El bourbon debe envejecer al menos dos años antes de salir al mercado; aunque muchos productores optan por periodos más largos para mejorar su calidad. Esto significa que las decisiones tomadas hace años están afectando ahora a un mercado que ya no responde igual.
Algunos analistas creen que esta situación podría beneficiar temporalmente al consumidor estadounidense. Si las destilerías no pueden vender fuera del país debido a los aranceles o a la falta de demanda internacional, podrían volcar sus productos en el mercado interno y bajar los precios para darles salida. Sin embargo, otros expertos advierten que los grandes distribuidores podrían aprovechar la situación para subir precios incluso en productos nacionales.
Las pequeñas destilerías son las más vulnerables. Muchas no tienen los recursos financieros para soportar largos periodos sin ingresos o para competir con grandes grupos como Brown-Forman o Diageo. Becky Harris, fundadora de Catoctin Creek y ex presidenta de la American Craft Spirits Association, señala que tras los aranceles impuestos en 2018 muchas pequeñas empresas nunca lograron recuperarse completamente.
Además del problema con Europa y Canadá, hay preocupación por posibles aranceles sobre materiales necesarios para la producción, como el vidrio. Estados Unidos no produce suficiente vidrio para abastecer a todas sus destilerías y cualquier impuesto adicional sobre este material importado podría aumentar aún más los costes.
En este escenario incierto, algunos productores están buscando alternativas para dar salida a su inventario acumulado. Se están desarrollando nuevos productos como whiskies aromatizados o cócteles listos para beber basados en bourbon en lata. También hay quienes intentan prolongar el envejecimiento del producto mientras esperan mejores condiciones de mercado.
Aunque de momento ha sido pospuesto por la UE, la posibilidad de un nuevo arancel europeo del 50% que inicialmente fue planteado, preocupa especialmente porque podría reducir drásticamente las exportaciones estadounidenses hacia ese continente en beneficio del whisky escocés europeo. En la anterior ronda arancelaria del 25%, las ventas cayeron alrededor del 20%. Un gravamen mayor podría tener efectos aún más severos.
Trump ha amenazado también con imponer aranceles del 200% a vinos y otras bebidas alcohólicas europeas si continúan las medidas contra el whisky y otros productos emblemáticos estadounidenses. Esta política comercial agresiva busca incentivar la producción nacional pero puede tener efectos secundarios negativos si los consumidores no encuentran sustitutos adecuados o si los precios suben demasiado.
Los productores creen que el bourbon sigue teniendo potencial como producto emblemático estadounidense y confían en que volverá a ganar fuerza cuando pase esta etapa complicada. Mientras tanto, piden apoyo institucional y social para mantener viva una industria que forma parte importante del patrimonio cultural del país.
El futuro inmediato es totalmente incierto y dependerá tanto de decisiones políticas como del comportamiento del consumidor y la capacidad del sector para adaptarse a nuevas condiciones económicas y comerciales.
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