Martes 25 de Marzo de 2025
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Al cruzar la puerta de Bushi, sentí de inmediato que no entraba simplemente a un restaurante, sino a un concepto cuidadosamente diseñado. La luz tenue, la cocina abierta, los boxes que ofrecen intimidad y las plantas naturales dispersas por el espacio crean una atmósfera acogedora y sofisticada. Pero lo que realmente distingue a Bushi no es solo su estética minimalista, sino su propuesta culinaria: un juego audaz con los sabores asiáticos, sin las rígidas ataduras de la tradición.
Para mi grata sorpresa, no se trata de un restaurante asiático ortodoxo. Aquí, los ingredientes y las técnicas orientales se reinterpretan con creatividad, fusionándose con el paladar argentino. Veganos y carnívoros encuentran en la carta una oferta tan provocadora como equilibrada.
Mi experiencia en Bushi fue una sucesión de descubrimientos. Comencé con los baos de sésamo negro, rellenos de hongos crispy, mayo nira, lechuga, chips y pickle de cebolla blanca. Suave y crujiente a la vez, cada bocado desplegaba matices inesperados. Acompañé con los Palos Verdes, un plato en apariencia simple, pero repleto de contrastes: chauchas, sésamo blanco, pimienta de Sichuan, queso crema vegano y papel de morrón rojo.
Para el plato principal, me aventuré con dos de los emblemas de la casa. Primero, El de la Flor, un miso ramen vegano con fideos frescos amasados cada mañana, gírgolas, espinaca, miso y aceite de ajo. Cada sorbo era un abrazo reconfortante, una sinfonía de umami y calidez. Luego, el clásico curry japonés con pollo frito, arroz koshihikari, miel y ciboulette: cremoso, especiado y con el toque perfecto de dulzura.
La experiencia no estaría completa sin un cóctel de autor. El Hanami Spritz, a base de vino rosado, ananá, espumante, yerba mate y flores de estación, fue un soplo de frescura que equilibró a la perfección la intensidad de los platos.
Y el postre… un hermoso homenaje al durazno con crema de la infancia del chef, una reversión sublime que me transportó a recuerdos propios. Torta húmeda, tajín, granita de durazno, crema batida de oolong y semillas de zapallo: una combinación inesperada que, sin embargo, se sentía familiar y nostálgica.
Bushi nació de la amistad entre Fran Suárez y Bruno D'Andrea, dos compañeros de colegio que en 2017 comenzaron a realizar pop-ups gastronómicos. Después de años de experimentación y recorrido, en marzo de 2023 dieron vida a su propio noodle bar en una encantadora esquina entre Villa Crespo y Chacarita.
Fran, el alma de la cocina, se inspira en sus viajes y recuerdos para construir platos que juegan con la memoria emotiva y los sabores del mundo. Bruno, con su herencia familiar en la industria de las golosinas, es el anfitrión perfecto, asegurándose de que la experiencia en sala sea cálida y envolvente.
El nombre Bushi surge de una idea que escucharon en una ponencia sobre cocina japonesa: katsuobushi es un ingrediente esencial en el ramen, y "bushi" es el proceso de fermentación. Pero, ¿y si se pudiera hacer "bushi" de cualquier cosa? Así nació este espacio donde los ingredientes se transforman en creaciones inesperadas y sin ataduras.
La carta se compone de platitos, bowls y platos principales donde brillan los dumplings, ramens, baos y opciones veganas. Todo acompañado de una selección de vinos frescos, tragos de autor, kombuchas y vermouths cuidadosamente elegidos para resaltar los sabores de la cocina.
El servicio es cálido, inclusivo y atento a cada detalle. Ya sea en un box íntimo ideal para una primera cita, en una mesa con amigos o en la barra interactuando con el chef, cada rincón de Bushi invita a entregarse al disfrute sin prisas.
En este 2025, la propuesta se expande con Bushi en Casa, una línea de dumplings congelados para disfrutar en menos de 10 minutos. Cada variedad refleja la identidad del restaurante:
Acompañados de sus salsas Dipping Sauce y Chilli Oil, esta propuesta es un guiño a los fieles de Bushi, permitiendo que la magia del restaurante llegue a casa; en lo que descorchas un vino, ya está la cena lista.
Bushi es el lugar donde la cocina asiática se reinventa con guiños a la memoria, donde cada plato cuenta una historia y cada bocado sorprende sin perder su esencia reconfortante. En un mundo que avanza a toda velocidad, Bushi invita a frenar, a saborear y a redescubrir el placer de la buena mesa.
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