Lunes 14 de Agosto de 2017
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Si por algo es mundialmente conocido el vino es por su buen sabor, especialmente acompañando a la gastronomía. Si a esto unimos, siempre y cuando se tome con moderación, que es muy saludable, podemos preguntarnos ¿existe una bebida mejor? Probablemente no.
Desde hace siglos ya se habla de los beneficios para el organismo del vino. El vino es una bebida presente en todas las mesas del mundo y posee numerosas propiedades que han sido comprobadas por la ciencia.
Es bueno para la salud en general y para prevenir o combatir ciertas enfermedades, aunque debemos reiterar que los beneficios de los que vamos a hablar están completamente comprobados siempre y cuando se refieran a un consumo moderado, es decir, una o dos copas al día, ni una más.
El abuso de alcohol es nocivo para la salud y puede provocar el efecto contrario a los beneficios que a continuación se citan, pero si lo consumes de manera equilibrada, en su justa medida, puede ayudarte a mejorar tu salud.
Veamos pues, cuáles son las quince buenas razones para disfrutar de una copita de buen vino cada día:
1. Previene el envejecimiento celular
El vino contiene sustancias notablemente beneficiosas para la salud de todo el organismo. Flavonoles, resveratrol, polifenoles, antocianinas, ácidos fenólicos... todas ellas son sustancias que actúan contra los radicales libres, la primera causa del envejecimiento de las células del cuerpo humano.
2. Evita la diabetes
El vino tinto, fuente de antioxidantes, parece ser capaz de reducir los niveles de insulina en la sangre, ayudando de esta manera a los pacientes diabéticos. Su eficacia real está todavía en fase de experimentación pero los estudios publicados hasta el momento demuestran que el resveratrol ayuda a controlar los niveles de azúcar en sangre.
3. Previene el cáncer
El vino tinto contiene sustancias que actúan en las células de una manera particular: al beber un poco estos procesos de supervivencia se aceleran mientras que, por el contrario, si la cantidad de vino en el organismo aumenta las células se autodestruirán. Este mecanismo previene el cáncer porque "enseña", literalmente, a las células a morir en caso de peligro.
4. Reduce el colesterol malo
¿Conoces la denominación" paradoja francesa"? Es el nombre que se le da a un hecho nutricional que se da en Francia y que no encaja con una parte de la teoría nutricional establecida: aunque los franceses consumen muchas grasas de origen animal no sufren especialmente de colesterol. ¿Cómo se puede explicar este fenómeno? Gracias al consumo de vino tinto que, siendo rico en antioxidantes y resveratrol, actúa como vasoprotector, impidiendo que las moléculas lipídicas se depositen en las venas y las obstruyan y reduciendo así los valores de colesterol en sangre.
5. Te hará más inteligente
Un estudio llevado a cabo por psicólogos demostró que gracias a un consumo moderado de vino la respuesta cerebral a los estímulos aumenta, tanto en términos de calidad como de velocidad. Los tiempos de reacción disminuyen en un 25% y la creatividad aumenta en un 50%.
Además, la relación vino-inteligencia es de doble sentido: algunas investigaciones han demostrado que las personas con un coeficiente intelectual más alto consumen más alcohol que las que tienen una puntuación inferior. Sin embargo, empezar a beber vino no te volverá más inteligente de lo que eres. Además, el abuso de esta bebida destruye las células cerebrales de manera irreversible.
6. Favorece la digestión
Los azúcares, el efecto estimulante del alcohol y el buen sabor del vino ayudan al aparato gastrointestinal a funcionar al máximo de las prestaciones. Por eso, el consumo moderado de vino facilita la digestión y previene algunos trastornos como el síndrome del colon irritable.
7. No engorda y ayuda a quemar grasa
La madera posee un alto valor calórico pero si ingerimos madera nuestro cuerpo la desecha porque no es un alimento, por tanto no se acumulan sus calorías. Algo parecido ocurre con el alcohol.
Para el organismo solo representa consumo energético aquello que es capaz de asimilar, procesar y transformar, es decir: carbohidratos, proteínas y grasas. El vino no contiene ni grasas, ni proteínas. Su contenido en carbohidratos se limita al azúcar y es muy reducido, menos de 2 calorías por copa.
Pero, no solo eso. El alcohol que contiene el vino ejerce un efecto calmante en el estómago y permite atenuar la sensación de hambre durante una dieta hipocalórica, favorece la digestión y genera un efecto termogénico al acelerar el organismo. Todo ello consumido siempre de manera moderada.
En resumen, una copa de vino contiene muy pocas calorías reales o asimilables, y además acelera el organismo favoreciendo la quema de grasa. Ojo, el aporte calórico en vinos dulces, es mucho mayor.
8. Protege el corazón evitando infartos e ictus
Al ser rico en antioxidantes y polifenoles, el vino, sobre todo el tinto, protege la salud del corazón, uno de los órganos más importantes de nuestro cuerpo. El vino es un excelente vasoprotector y sus beneficios, numerosos: las posibilidades de sufrir un ictus, un infarto o enfermedades cardiacas se reducen con un par de vasos de vino al día, si los consumes preferiblemente durante las comidas principales.
9. Previene los cálculos renales
El vino evita la formación de cálculos renales pero solamente si se consume en pequeñas cantidades. Gracias a su poder antioxidante y alcalinizante, "purifica" la orina y previene los molestos y dolorosos cálculos.
10. Previene la enfermedad de Alzheimer
El resveratrol, presente en el vino tinto, protege las células cerebrales previniendo así la aparición de la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, no hay que abusar de esta bebida: el exceso de alcohol destruye la sinapsis y limita el paso de los impulsos eléctricos en el cerebro. Dos vasos de vino al día protegen la materia gris; más, podrían causar un daño irreversible.
11. Combate la hipertensión
El vino es un anticoagulante muy eficaz que ayuda en todos los casos de hipertensión, relajando arterias y venas. El resultado de esta sinergia reduce el riesgo de trombosis, ictus e infartos.
12. Previene la arteriosclerosis
Gracias al resveratrol, un potente antioxidante, el vino previne la arteriosclerosis protegiendo los vasos sanguíneos. El consumo, moderado, de vino hace que las arterias recuperen su forma y su función, cuando ya no somos tan jóvenes.
13. Aumenta la esperanza de vida
Resulta paradójico, pero beber vino aumenta la esperanza de vida. Obviamente, hablamos de un consumo moderado que no supere los dos vasos de vino al día: con esta cantidad, las numerosas sustancias que contiene este néctar de los dioses, pueden mejorar la salud general del organismo y prolongan la vida de los que tienen un consumo medio-bajo. Por el contrario, abusar del vino, y del alcohol en general, reduce las expectativas de vida (debido a la cirrosis, accidentes de tráfico, infartos...).
14. Es mejor que el ibuprofeno
En efecto, el vino posee potentes acciones antiinflamatorias y antimicrobianas.
Por un lado el vino es antiinflamatorio debido a que el resveratrol entra en juego de nuevo: esta sustancia, además de tener un gran poder antioxidante, actúa como un antiinflamatorio natural. De hecho, inhibe la aparición de dos moléculas (esfingosina y fosfolipasa D) responsables de peligrosas infecciones que provocan un importante estado inflamatorio en el organismo.
Por otro lado el vino se muestra según los últimos estudios como un eficaz antibacteriano. Se debe a la presencia de polifenoles y resveratrol, que se están siendo estudiados para comprender por qué tienen esta capacidad antibacteriana. De hecho, parece que el vino es útil en la eliminación de bacterias como la salmonella y la shingella, responsable de diarreas y fiebre.
15. Es el mejor antidepresivo
Un vaso de vino durante una cena, con amigos o en una fiesta crea una atmósfera propicia. Nos sentimos más relajados y la timidez deja paso a una mayor seguridad. Por enésima vez, recordamos que se recomienda no superar la "dosis aconsejada" de vino: no serás más simpático después de cuatro copas. Es más, los demás invitados no disfrutarán con tus escenitas, consecuencia de la euforia alcohólica.
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