Redacción
Viernes 24 de Agosto de 2012
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Sabemos que, salvo el agua, cualquier alimento o bebida que ingerimos, desde una simple manzana o un zumo de naranja, aporta calorías al organismo, pero no todos estos alimentos engordan, es decir, no todos se transforman en grasas acumuladas.
Ante esto nos surge la duda ¿Engorda el vino? La respuesta es categórica: Definitivamente no. Es más, en dosis moderadas, puede contribuir a la pérdida de peso.
Es cierto que una copa de vino nos aporta entre 100 y 150 calorías (Kcal.), sin embargo la forma en que el organismo las procesa puede hacer que esas calorías se conviertan inmediatamente en energía, sin almacenar ni un miligramo de grasa en el tejido adiposo, incluso ayudando a eliminar la ya acumulada.
Los doctores Michael R. Eades y Mary Dan Eades, en su libro 'Protein Power' mencionan los resultados de unas observaciones realizadas hace ya más de cuarenta años por un médico de Nueva York, quien dividía a sus pacientes en tres grupos: los que bebían vino, los que tomaban bebidas alcohólicas de alta graduación y los abstemios, que no tomaban alcohol en absoluto.
Al ser sometidos a una misma dieta los individuos de los tres grupos, pudo comprobar, reiteradamente, que los que habitualmente tomaban vino en las comidas perdían más peso y más rápidamente que los demás. El médico neoyorquino, si bien había demostrado empíricamente el resultado, manifestaba ignorar el motivo de este fenómeno, limitándose a registrarlo.
Hoy sabemos que el vino (salvo el vino dulce) y especialmente el tinto, es un agente muy efectivo para hacer al organismo más sensible a la insulina, evitando que ésta alcance niveles elevados, favoreciendo el adelgazamiento al activar la lipoproteína lipasa, responsable de convertir en energía las grasas de reserva.
Por otra parte, ya en 1994 se observó (Dr. Bravo) que los polifenoles del vino incrementaban la excreción de grasas en las heces.
En un estudio realizado por el Dr. Kahn y sus colegas para la 'Sociedad Americana del Cáncer' en el que fueron examinadas 79.236 personas en 1982 y luego, otra vez en 1992, se comprobó que tanto en los hombres como en las mujeres, el consumo de carne generaba un incremento en su masa corporal, mientras que el de vegetales, de complementos de vitamina E y el ejercicio asiduo, generaban una disminución.
El consumo moderado de alcohol no se vio relacionado con un aumento de la masa corporal, y sí, en algunos casos, con un ligero descenso, sobre todo en las mujeres.
En cuanto al aumento de la circunferencia de la cintura, los hombres que tomaban con asiduidad bebidas alcohólicas mostraron una disminución, mientras que en las mujeres, su circunferencia de la cintura sólo disminuyó en las que habían tomado vino asiduamente (al menos 5 días por semana).
Estos resultados fueron confirmados por los del estudio realizado en 1977 por Loren Cordain y sus colegas de la universidad de Colorado. En este caso se añadieron dos vasos de vino durante seis semanas a la dieta de un grupo de personas. En la conclusión de su informe manifestaban los investigadores que "el consumo de dos vasos de vino por día no ha tenido ninguna influencia adversa sobre el peso corporal ni sobre el desarrollo de la obesidad".
Otro estudio realizado en Finlandia con 27.215 personas de mediana edad, mostró que los bebedores moderados, tienden a ser más delgados. El estudio realizado en el 2002 en Australia con 486 personas muy obesas (Dixon) evidenció igualmente que el vino, tomado con moderación, no incrementa la obesidad.
Y ya en Europa, en 1999, los doctores Wannamethee y Shaper, del Royal Free Hospital, de Londres, examinaron a 7.735 hombres de entre 40 y 59 años, con el fin de averiguar la relación existente entre el consumo de alcohol, incluido el vino, y la incidencia de enfermedades coronarias. Los investigadores observaron una notable ventaja de salud en los individuos que bebían vino moderadamente en relación con los que tomaban otro tipo de bebidas. También observaron que, aquellos que bebían vino estaban más delgados que el resto de los participantes, asiduos a la cerveza y a otras bebidas alcohólicas.
Pero quizás el estudio más significativo haya sido el realizado en 1995 por el Dr. Duncan y sus colegas de la universidad brasileña de Río Grande do Sul. En este caso se examinó la relación cintura/cadera y las preferencias alcohólicas de 12.145 personas de entre 45 y 64 años, con las que se formaron tres grupos.
En aquellos participantes que consumían más de seis vasos de vino a la semana la relación cintura/cadera resultó ser casi la mitad que la de los abstemios, mientras que esta misma relación en los que tomaban también más de seis bebidas, pero no de vino era un 40% superior a la de los abstemios. Teniendo en cuenta que prácticamente la totalidad de estos últimos tomaban cerveza, este estudio además de mostrar que el vino, adelgaza, convalidó la creencia popular de que la cerveza genera abdómenes abultados.
En base a todos estos resultados, Annette Shafer ha publicado un libro en el que explica la forma más adecuada de incorporar el vino a la dieta, combinándolo con otros alimentos saludables a fin de obtener el máximo de los beneficios que puede proporcionamos, entre ellos, coadyuvar a la pérdida de peso.
En su libro The Wine Sense Diet, esta inteligente cocinera muestra cómo con la ayuda del vino se puede adelgazar de una forma placentera, sin tener que limitarse a un pomelo con café sin azúcar al mediodía y dos huevos duros para la cena. Sus lectores están muy contentos. La industria vinícola también.
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¿Cuántas calorías tiene el vino? |
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