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Oler el vino es una de las etapas de la degustación de los vinos, junto a la vista y el gusto, y posiblemente sea la operación que mayor dificultad ofrece, debido precisamente a que el olfato es el sentido que los seres humanos tenemos menos desarrollado, pero que con un suficiente entrenamiento puede llegar a convertirse en un instrumento de gran precisión y especialmente si la cata se realiza con un panel de catadores expertos.
La apreciación de los aromas de los vinos precisa de un método, así como de unas condiciones adecuadas para su correcto análisis sensorial.
Por este motivo, consultamos con la bodega BARCOLOBO, grandes profesionales del vino con más de 15 años dedicados a la elaboración de vinos de primera calidad, a fin de poder conocer a fondo los aromas de los vinos, con objeto de captarlos con mayor precisión y sobre todo de emplear una terminología concreta para poder describirlos.
En los vinos pueden llegar a encontrarse más de 800 compuestos volátiles distintos, que de una manera teórica todos ellos pueden participar en la formación del aroma de los mismos, aunque en la realidad existe un número máximo de 50 sustancias, donde su concentración es superior al valor umbral de su percepción, las cuales son denominados como "aromas activos" y únicamente éstos son los que participan en la fase olfativa de los vinos.
Cuanto mayor sea el número de aromas activos en los vinos, más complejos serán los vinos.
Estos compuestos pueden reunirse en tres grandes grupos, donde se encuentran los aromas básicos de todos los vinos, tanto los procedentes de las variedades de uva, como de la elaboración del vino y también los procedentes de los distintos procesos de crianza.
PRIMER GRUPO: AROMAS BÁSICOS
Son un conjunto de 13 a 15 sustancias, donde su concentración en el vino es superior al valor umbral de percepción, con valores comprendidos entre 1 a 10 unidades de aroma, estando considerados como el aroma básico de todos los vinos, y donde su carencia o exceso puede suponer un apreciable defecto de la calidad.
En casi todos los casos su origen es microbiano, es decir de origen fermentativo producidos mayoritariamente por las levaduras y también por las bacterias. Son:
SEGUNDO GRUPO: AROMAS SUTILES
Representan un conjunto de unas 15 a 20 sustancias, que se encuentran presentes en todos los vinos, pero donde su concentración es igual o inferior al valor umbral de percepción, por lo que no siempre pueden ser percibidos por la nariz humana o por determinados catadores inexpertos, e incluso pueden representar un defecto cuando su contenido es excesivamente elevado.
Algunos de estos aromas pueden también tener un origen microbiano fermentativo, pero muchos otros proceden directamente de la uva, o en muchos otros casos transformados a partir de sustancias precursoras inodoras contenidas en la vendimia.
TERCER GRUPO: AROMAS ESPECIALES
Suponen un total de 20 a 30 sustancias, que no siempre se encuentran en todos los vinos, cuyo origen puede ser muy diverso, en unos casos procedentes de elaboraciones defectuosas, o en otros del empleo de determinadas variedades de uva, o en otros de la madera de roble durante la crianza de determinados vinos.
En ellos su concentración puede ser muy dispar, superando bastante o quedándose por debajo de valor umbral de percepción olfativa; pudiendo constituir un defecto o una virtud, en función de su presencia olfativa, así como también de su concentración.
Esta clasificación de las sustancias aromáticas, puede ser simplificada para el análisis sensorial de los vinos, en búsqueda de una mayor sencillez y operatividad, pudiendo establecerse las siguientes familias de aromas:
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