Agencias
Lunes 30 de Enero de 2012
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En los últimos días el Parlamento Europeo ha iniciado la revisión para la tramitación de la Directiva Medioambiental UE 98/8 sobre biocidas
Esta directiva regula especialmente el uso de SO2 (dióxido de azufre, conocido como 'sulfitos') para la desinfección y mantenimiento de barricas de roble en bodegas
De aprobarse finalmente en su actual redacción, la Directiva medioambiental entraría en vigor el próximo mes de mayo, obligando a renovar en cada campaña o añada el parque de barricas, algo que es del todo inviable económicamente para el sector.
Cada barrica cuesta entre 300 euros, si es de roble americano, y 800 euros, si es de roble francés, por lo que su sustitución cada año tendría un coste económico enorme e inasumible para el propio sector, en especial para los cosecheros y pequeñas bodegas.
Debido a la preocupación suscitada estos días, principalmente desde La Rioja, la Federación Española del Vino (FEV) se ha puesto a trabajar en este asunto en coordinación con el resto de las organizaciones de la industria y el comercio de los países productores de la Unión Europea, agrupados en el Comité Europeo de las Empresas del Vino (CEEV).
Fue en febrero de 2011, hace un año, cuando se hizo ya un llamamiento al sector vitivinícola y a las diferentes Administraciones acerca de las graves perturbaciones que la prohibición del uso de SO2 provocaría en las bodegas del sector, debido principalmente a que no existen métodos alternativos que se hayan demostrado técnica o económicamente viables, ni que cuenten con todas las garantías de éxito.
Es el caso de la desinfección con ozono, con microondas o con ultrasonidos, que aún están en fase de pruebas.
La FEV realizó diversas gestiones con los responsables del anterior Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MARM). Este departamento se posicionó desde el principio a favor del uso de esta práctica para el mantenimiento de barricas, y logró posponer, al menos, la decisión un año más de forma excepcional. Sin tal intervención, según la FEV, la prohibición sería ya efectiva.
Pero no solo fue la FEV, ya que a esta iniciativa para evitar tal prohibición se fueron sumando las organizaciones que agrupan a los productores y cooperativas en la UE (COPA-Cogeca), la agrupación de bodegas familiares (CEVI), la organización que integra a los productores de productos enológicos en la UE (Oenoppia), la asociación de industriales de la sidra, que también se verían afectados (AICV) y la Federación Francesa de Toneleros.
A finales de enero, el presidente del Gobierno de La Rioja, Pedro Sanz, avanzaba también que los Consejos Reguladores del Vino de España tenían pensado reunirse el próximo 6 de febrero para analizar los aspectos relacionados con la directiva europea, que afecta a la prohibición del uso de dióxido de azufre y, en concreto, para estudiar la financiación del informe técnico, que el sector vitivinícola debe presentar para rebatirla.
Según se establece en la citada directiva, norma comunitaria de obligado cumplimiento para los Estados miembros de la UE, el sector vitivinícola debe presentar un informe o dossier técnico a la Comisión Europea, en el que se argumente y justifique que el uso de SO2 para desinfectar y mantener las cubas no suscita ningún riesgo para la salud y la seguridad alimentaria y que, por lo tanto, no debe incluirse en la lista de sustancias prohibidas.
El “quid” de la cuestión, sin embargo, en estos momentos es la financiación del citado estudio, cuyo coste estimado está entre 300.000 y 500.000 euros, según fuentes, que tiene que ser aportado por el sector de los países afectados por la directiva comunitaria.
Las organizaciones de Francia y Portugal, de hecho, se han comprometido a aportar ya los fondos respectivos, así como, en menor cuantía, la organización europea que agrupa a los proveedores de productos enológicos (Oenoppia), pese a lo cual aún existe aún un déficit presupuestario estimado de entre 150.000 y 200.000 euros y todavía no está cerrada la participación de otros países productores importantes, como Italia y España.
En el caso de la aportación económica española a la financiación del dossier técnico, se está intentando hacer partícipe de su coste también tanto a la industria proveedora, como a otras organizaciones del sector.
De hecho, la D.O.Ca. Rioja, que cuenta con el mayor parque de barricas del mundo, con más de 1,3 millones, como la Conferencia de Consejos Reguladores de Denominaciones de Origen, analizan estos días la manera de sumarse a la aportación financiera del estudio.
En cualquier caso, aunque a nivel político se ha admitido cierta preocupación por la entrada en vigor de la directiva europea, se considera que se trata de un asunto exclusivamente técnico y que, por tanto, aún existe margen para que la directiva medioambiental comunitaria pueda ser modificada en este punto, sobre todo cuando no existe ninguna alternativa clara y viable económicamente para la limpieza o desinfección de las barricas.
En nuestro país, la preocupación sobre este asunto no es uniforme y no todas las bodegas consideran que es algo que hay que tener en cuenta, al menos por el momento.
En el sector hay quienes creen que esta prohibición no puede salir adelante de ninguna manera, porque el uso de dióxido de azufre como desinfectante es una práctica tradicional y totalmente inocua.
Lo que se pide, sin embargo, en la propuesta de directiva es que eso se demuestra técnicamente.
Para no entrar en confusión, cabe aclarar que la revisión del uso de SO2 (dióxido de azufre, conocido vulgarmente como "sulfitos") para la desinfección y mantenimiento de barricas de roble, nada tiene que ver con el contenido de este compuesto que se presenta en los vinos de forma natural tras la fermentación.
Tampoco hace alusión la nueva directiva con la práctica enológica de uso de azufre para la protección de los vinos de la oxidación o como conservante de los mismos.
El método empleado por las bodegas para este cometido es algo bastante habitual, tradicional y, sin duda, económico.
Su uso como desinfectante se conoce como “mechado” y consiste en quemar una pastilla de dióxido de azufre dentro del tonel.
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