Rita
Lunes 07 de Julio de 2025
En el corazón de La Mancha, cada julio, el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro convierte esta ciudad patrimonial en un viaje sin fronteras temporales. Desde 1978, este encuentro único ha trascendido lo escénico para ser un diálogo vivo con el Barroco, donde Lope, Calderón y Cervantes no son reliquias, sino voces que interpelan al siglo XXI.
Más de 60.000 espectadores pueblan las calles empedradas, iglesias, plazas y claustros convertidos en espacios teatrales. Pero entre todos brilla el Corral de Comedias, joya del siglo XVI, monumento nacional y único en el mundo que conserva intacta la esencia de aquellas representaciones donde el pueblo vibraba con los versos áureos.
El festival no solo mira al pasado: lo reinventa. Con talleres y programación accesible, se ha erigido en el referente de inclusión teatral en España. Además, desde su 41ª edición, tiende un puente con América, acogiendo producciones de Colombia, Argentina, México o Perú, demostrando que el español es un idioma escénico sin orillas.
La edición actual rompe moldes: danza, circo, música y teatro se funden para explorar los claroscuros del Siglo de Oro. "No hubo solo corte, sino calle; no solo héroes, sino pícaras y criados", parece recordarnos la programación. Iniciativas como Plataforma Corral o Almagro OFF buscan nuevas miradas, libres de reverencia, pero llenas de rigor.
El festival ofrece una inmersión profunda en el teatro clásico, con una programación diversa que abarca desde las grandes obras del Siglo de Oro hasta propuestas más contemporáneas y multidisciplinares.
Como un espejo de aquel siglo desbordante, el festival celebra la diversidad como esencia: un lugar donde, como escribió Quevedo, "todo se transforma, nada perece". Y en ese juego de apariencias y verdades, Almagro confirma que el teatro clásico no es museo, sino un acto de rebeldía compartida.
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