¿Qué tipo de consumidor eres?

Al igual que no todo el mundo viste igual, tampoco todos los amantes del buen vino tienen las mismas preferencias.

Dependiendo de los gustos del consumidor se puede adscribir a los bebedores en varios grupos. ¿En cuál crees que cuadras más? ¿Echas alguna clasificación en falta?

El amante del vino de toda la vida

El típico consumidor que sabe lo que le gusta y que prefiere no arriesgarse fuera de su zona de confort. ¿Para qué hacerlo si tu bodega de siempre te provee con todo lo que necesitas? Este tipo de consumidores llevan bebiendo vino desde temprana edad; de hecho, es más que probable que el gusto les venga de familia. A menudo son los padres los que inculcan el aprecio por los buenos productos vinícolas.

El aventurero moderno

Para muchos el vino es más que un simple zumo de uva fermentado. Detrás de cada botella hay toda una historia y a los más sibaritas les encanta conocerla a fondo. Es por ello que en las principales metrópolis del mundo surgen clubs dedicados a conocer nuevas bodegas y a degustar vinos extranjeros de terruño extraño. Las tiendas especializadas en vino aman este tipo de clientes pues nunca se cansan de probar cosas nuevas, permanecen constantemente al acecho para hacerse con las últimas novedades del sector.

El bebedor social

Muchos alzan la copa llena de vino sin tener una predilección especial por este producto. Hay gente que no desea ahondar tanto en toda la cultura que rodea al vino y simplemente se decantan por disfrutar de la compañía de otros bebedores en fiestas y encuentros.

El allegado bienintencionado

El mundillo del vino está en boga. No conocemos a nadie que en un momento dado no haya sentido curiosidad por conocer más acerca del trepidante y satisfactorio mundo de la enología. Mucha gente nueva llega cada día a las vinotecas españolas buscando consejo sobre cómo iniciarse en la cata y degustación de vinos. Suelen ser además personas amistosas y muy interesadas por aprender. Una compañía excelente.

Los entendidos

Dentro de este grupo están todos aquellos consumidores que a lo largo de los años han experimentado un crecimiento importante en sus capacidades para detectar los distintos matices, una memoria de sabores de la que extraer conclusiones y un maremágnum de conocimientos por los que cualquier neófito tendría problemas en navegar. Nunca se pierden una cata ni una presentación en bodega, conocen no solo el producto sino también el mercado. Unos auténticos maestros del vino.

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