Miércoles 06 de Agosto de 2025
Leído › 4846 veces

El enoturismo ha experimentado una transformación en los últimos años, ampliando su oferta más allá de la cata tradicional para integrar cultura, gastronomía, arquitectura y sostenibilidad. En 2025, diez destinos internacionales se consolidan como referentes para quienes buscan conocer el mundo del vino desde perspectivas originales y completas.
La Rioja, en España, mantiene su posición como referente nacional gracias a la combinación de bodegas centenarias y arquitectura moderna. Ejemplos como la Ciudad del Vino de Marqués de Riscal, diseñada por Frank Gehry, o Bodegas Ysios de Santiago Calatrava, muestran cómo el diseño contemporáneo convive con la tradición. La región ofrece rutas de tapas en Logroño y restaurantes reconocidos que realzan la cocina local. El Museo Vivanco permite conocer la historia vitivinícola de forma interactiva.
En Portugal, el Valle del Duero es conocido por sus viñedos en terrazas declarados Patrimonio Mundial por la UNESCO. Los visitantes pueden recorrer la zona en barcos rabelo o en el Tren Histórico del Duero, disfrutando de paisajes únicos y visitando quintas que ofrecen degustaciones y alojamiento entre viñas. La vendimia tradicional y la gastronomía local completan la experiencia.
Burdeos, en Francia, combina tradición e innovación. La Cité du Vin es un museo interactivo que recorre la historia del vino a nivel internacional. Las rutas por los châteaux permiten conocer castillos históricos y participar en cenas maridaje o paseos en bicicleta entre viñedos. Saint-Émilion destaca por sus bodegas subterráneas y su patrimonio medieval.
La Toscana italiana ofrece paisajes rurales y vinos emblemáticos como el Chianti o el Brunello di Montalcino. Las bodegas permiten alojarse en casas rurales y participar en clases de cocina local. Los recorridos en bicicleta o a caballo entre viñedos y las degustaciones directas desde barril son habituales. La gastronomía regional se integra con el vino en trattorías y restaurantes con estrella Michelin.
Santorini, en Grecia, presenta una viticultura adaptada al entorno volcánico. Las vides crecen cerca del suelo para protegerse del viento y el sol. Las bodegas familiares explican técnicas ancestrales y ofrecen catas con productos locales. La cooperativa Santo Wines permite disfrutar de vinos con vistas a la caldera al atardecer. El Museo del Vino muestra la historia local bajo tierra.
Napa Valley, en Estados Unidos, es conocido por su oferta lujosa e innovadora. Las bodegas apuestan por prácticas sostenibles y actividades como paseos en globo aerostático o viajes gourmet en tren histórico. Los resorts ofrecen tratamientos de vinoterapia y hay eventos culturales como conciertos entre viñedos. La gastronomía incluye restaurantes con estrella Michelin.
Mendoza, en Argentina, se sitúa a los pies de los Andes y es famosa por sus viñas de altura y su Malbec. Las bodegas proponen experiencias participativas como vendimias manuales o creación de cortes personalizados. La Fiesta Nacional de la Vendimia reúne música folclórica y celebraciones populares cada marzo. La gastronomía regional acompaña siempre al vino local.
Las Cape Winelands sudafricanas reúnen historia, arte y gastronomía cerca de Ciudad del Cabo. Stellenbosch destaca por su arquitectura colonial holandesa; Franschhoek es conocida por sus restaurantes entre viñedos; Paarl alberga bodegas históricas. El Wine Tram facilita las visitas sin necesidad de conducir. Muchas fincas combinan vino con arte contemporáneo o picnics gourmet bajo robles centenarios.
Kakheti, en Georgia, representa el origen del vino con una tradición milenaria basada en la fermentación en qvevri (ánforas enterradas). Las bodegas familiares invitan a catar vinos ámbar directamente desde las ánforas y a participar en banquetes supra donde el vino acompaña brindis rituales y canciones polifónicas reconocidas por la UNESCO.
En Australia Meridional, Barossa reúne viñedos centenarios plantados por inmigrantes europeos con bodegas históricas como Penfolds o Seppeltsfield. McLaren Vale apuesta por propuestas innovadoras como d’Arenberg Cube, un edificio singular que alberga experiencias sensoriales e instalaciones artísticas junto a la sala de degustación panorámica. Ambas regiones integran gastronomía local y festivales dedicados al vino.
Estos diez destinos muestran cómo el enoturismo se ha diversificado para ofrecer experiencias completas que integran paisaje, cultura, historia y sostenibilidad junto al disfrute del vino. Cada región aporta su identidad propia, permitiendo al viajero conocer el mundo vitivinícola desde perspectivas únicas durante este año 2025.
Leído › 4846 veces