Rioja celebra su centenario con el auge de los vinos blancos y una oferta cada vez más diversa

La región duplica la superficie de variedades blancas y se consolida como la segunda mayor productora de España

Jueves 22 de Mayo de 2025

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Rioja celebrates 100 years as a wine region with rising global acclaim for its white wines

La Denominación de Origen Calificada Rioja cumple cien años en 2024 y lo hace con una novedad que llama la atención de los aficionados al vino: el auge de sus vinos blancos. Tradicionalmente, Rioja se ha conocido por sus tintos, sobre todo por aquellos con crianza prolongada. Sin embargo, en los últimos años, la región ha experimentado un cambio importante en su producción y oferta, ampliando la presencia de blancos en su catálogo.

En las dos últimas décadas, la superficie dedicada a variedades blancas casi se ha duplicado y ya representa cerca del 10% del viñedo total de Rioja. Este dato se traduce en más de 36 millones de botellas vendidas en todo el mundo solo en 2024. Así, Rioja se sitúa como la segunda zona productora de vino blanco más grande de España. Esta tendencia responde a una demanda que busca vinos frescos, fáciles de beber y también opciones más complejas para consumidores experimentados.

Los vinos blancos jóvenes de Rioja suelen elaborarse principalmente con Viura y Tempranillo blanco. Estos vinos muestran aromas cítricos, notas florales y recuerdos a manzana verde. Proceden sobre todo de zonas altas y frescas como Rioja Alta y Rioja Alavesa, donde el clima moderado ayuda a conservar la acidez y la frescura. La mayoría fermenta en depósitos de acero inoxidable a baja temperatura y no pasa por madera, lo que permite mantener el carácter varietal. Son vinos que acompañan bien platos ligeros, pescados o mariscos.

Por otro lado, Rioja también produce blancos con crianza en barrica. Estos vinos suelen proceder de viñas viejas de Viura, a veces mezcladas con Malvasía Riojana o Garnacha blanca. La Viura envejecida aporta estructura y profundidad, lo que permite crianzas largas tanto en barrica como en botella. Muchos se etiquetan como Reserva o Gran Reserva tras pasar varios años madurando. Los suelos calcáreos y las noches frescas de ciertas parcelas favorecen la complejidad y longevidad de estos vinos. En bodega, los productores emplean técnicas como el batonnage (removido de lías) y diferentes tipos de madera para conseguir matices variados. El resultado son vinos con aromas a fruta madura, especias, vainilla o frutos secos, adecuados para platos más elaborados o quesos curados.

Un momento clave para este desarrollo fue el año 2008, cuando el Consejo Regulador permitió seis nuevas variedades blancas bajo la denominación Rioja: tres autóctonas (además de las ya existentes Viura, Garnacha blanca y Malvasía Riojana) y tres internacionales (Sauvignon Blanc, Chardonnay y Verdejo). Esta decisión amplió las posibilidades estilísticas para los productores y permitió responder mejor a las tendencias del mercado.

Actualmente, los viticultores pueden elegir entre nueve variedades blancas autorizadas repartidas por las tres subzonas: Rioja Alta, Alavesa y Oriental. Viura sigue siendo la variedad principal por su versatilidad para elaborar tanto vinos jóvenes como envejecidos en madera. Tempranillo blanco ocupa el segundo lugar; es una mutación natural descubierta en 1988 que aporta notas cítricas y tropicales junto a una acidez marcada. Malvasía Riojana es menos productiva pero apreciada por su perfil aromático propio. Maturana Blanca es la variedad blanca más antigua documentada en Rioja (desde 1622) y da vinos frescos con perfil atlántico. Garnacha blanca y Turruntés completan la oferta local junto a las mencionadas variedades internacionales.

Aunque Rioja mantiene su tradición como zona donde se mezclan diferentes uvas (blending), cada vez hay más bodegas que apuestan por monovarietales o vinos que reflejan parcelas concretas. Un dato relevante es que el 20% de los Viñedos Singulares registrados actualmente son blancos. Estos vinos buscan mostrar las características específicas del suelo y el clima donde crecen las uvas.

El entorno natural influye mucho en el resultado final. El viñedo riojano está protegido por la Sierra Cantábrica al norte y recibe influencia tanto del Atlántico como del Mediterráneo gracias a su proximidad al Ebro. Especialmente el noroeste, cerca del Golfo de Vizcaya, ofrece condiciones frescas ideales para variedades blancas. Muchas viñas situadas al norte del río Ebro figuran entre las más septentrionales de la península ibérica.

Con este impulso renovado hacia los blancos y una larga historia como referente en tintos, Rioja celebra su centenario con una campaña internacional que incluye catas y actividades dirigidas tanto a profesionales como al público general. El objetivo es dar a conocer esta nueva faceta del vino riojano e invitar a descubrir la diversidad que hoy ofrece una región en constante evolución.

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