Altos de Inurrieta Reserva: la coherencia como seña de identidad

En Bodega Inurrieta hemos querido aprovechar los recientes reconocimientos obtenidos por nuestro Altos de Inurrieta Reserva 2020 —incluida su cuarta Gran Medalla de Oro en los Premios Bacchus 2025— para hacer algo que nos apasiona: catar y reflexionar. Así nació una cata vertical de ocho añadas, desde 2010 hasta la actual, con una idea en mente: descubrir por qué este vino conecta tan bien con jurados, catadores y, sobre todo, con nuestros clientes y amigos.

La primera conclusión fue clara: Altos de Inurrieta es un vino coherente. Cada añada cuenta lo que fue ese año —seca o lluviosa, cálida o fresca— y lo hace con honestidad. Además, es un vino que envejece con nobleza: incluso la añada 2010 mantiene color, frescura y ese bouquet elegante que solo da el tiempo bien gestionado. Siempre hay fruta, cuerpo, tanino de calidad y barricas bien integradas.

Aunque cada cosecha tiene su carácter, todas comparten un vínculo reconocible. La clave está, creemos, en trabajar exclusivamente con viñedo propio y en componer cada Altos con las dos o tres variedades que mejor se expresan en cada vendimia.

No hay fórmulas mágicas. Solo hay trabajo constante, cuidado en los detalles y mucho cariño por lo que hacemos.

Altos de Inurrieta es, además, el único vino tinto que ha conseguido en la historia del Concurso cuatro Gran Medallas de Oro en los prestigiosos Premios Bacchus (2006, 2018, 2022 y 2025), un hito que reafirma su carácter único y su trayectoria excepcional.

"Altos de Inurrieta es, quizá, nuestro vino más querido. El que mejor habla de quiénes somos y de lo que sentimos por esta tierra. Un vino que nace del corazón de nuestros viñedos y que, año tras año, sigue emocionándonos", afirma Tomás Antoñana, cofundador y CEO de Bodega Inurrieta.