Las puntuaciones de los vinos

“No existe otro método que sintetice la calidad del vino que los puntos, aunque me tenga que tapar la nariz para anotarlos”

José Peñín

Viernes 01 de Septiembre de 2023

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Pocos asuntos se encuentran entre la aversión al método y el uso del mismo. Me refiero a los que rechazan públicamente el método de puntuar los vinos pero que lo utilizan en la "intimidad". No existe otro método que sintetice la calidad del vino que los puntos, aunque me tenga que tapar la nariz para anotarlos.

Si tuviéramos que prescindir de los puntos, no habría otra opción que contar más cosas del vino y de sus autores y, los lectores de este género, desgraciadamente, brillan por su ausencia. Ni siquiera la descripción del vino es suficiente, pues es muy parecida entre una marca y otra. Tal es el caso de la revista Mi Vino, cuyas catas prescinden de las puntuaciones y rankings sin que la descripción pueda determinar su rango con respecto a los demás vinos. Lo único que me permite evaluar un vino sin necesidad de puntuarlo son las reseñas en mis redes sociales y que, gracias a las 250 palabras para solo un vino, me permite descifrar con holgura sus luces o sus sombras.

Puntos y medallas

No es la primera vez que toco este asunto. En mis primeros años de profesión los vinos eran fáciles de evaluar con la simple descripción, ya que los escasos mejores sobresalían entre los abundantes mediocres y malos. Bastaba utilizar los adjetivos. Más tarde, cuando la calidad del vino español inicia una imparable ascensión, me encuentro con la dificultad de encontrar las palabras que pudieran transmitir la diferencia de matices entre vinos semejantes. Con cierto rubor, por lo que de prosaico y matemático pudiera parecer, me puse a puntuar los vinos como si fueran alumnos de una escuela. La cata orillaba lo subjetivo y lo emocional para convertirse en un examen implacable.

Las prisas, el poco tiempo disponible, la excesiva oferta de información y de marcas hace imprescindible la puntuación. Es el recurso fácil de consumidores, importadores y distribuidores de vinos. Una marca sin puntuación en el firmamento del vino es como si no existiese. Es la fórmula heredada de las medallas de los concursos vinícolas que comenzaron a implantarse en la segunda mitad del siglo XIX, y que permitían dar a conocer vinos desconocidos con mínimos recursos publicitarios. En el caso de los concursos actuales, son la mejor fórmula para potenciar los vinos de calidad media y baja. Lo malo es que los vinos que se exponen son filtrados por la bodega abonando una moderada tarifa, pero siempre será más rentable que no participar. En cambio, las puntuaciones de guías y críticos son a elección de ellos, más libres, más numerosas y, por lo tanto, menos condicionadas.

Los puntos sobre las íes

En el año 1980 yo fui el primero en calificar los vinos por puntos. Entonces utilizaba la valoración académica del 0 al 10, para después adoptar en 1994 la puntuación académica americana de 50/100 para la Guía Peñín, y así implementar un modelo que se prestaba a ser internacional, como así ha sido. Incluso Wine Spectator todavía puntuaba en 1983 con el modelo 0/20. Tanto los británicos como los franceses, a lo sumo que se arriesgaban a evaluar mediante iconos (estrellas, medallas, copas, botellas, etc.).

Imagen del Magazine The Wine Spectator de 1983. Ampliar imagen

Cuando fundé la Guía Peñín, mi propósito era crear una guía de compras, un vademécum de marcas y puntuaciones al servicio del consumidor, que sirviera para separar el "grano de la paja" ante el cúmulo de nuevas marcas que iban apareciendo desde la segunda mitad de los Ochenta, y que cada cual eligiera el "grano" que más le apeteciera. Se trataba de orientar y no influir. Nadie leía las características, solo los puntos.

Es un recurso cómodo para comprar un vino. Yo mismo, si viajo al extranjero y me encuentro un escaparate de marcas que no conozco, me tiraré como referencia principal hacia el que tiene una medalla de un concurso o puntuación del crítico, aunque no sepa quien es el crítico o concurso.

Las evaluaciones

La mayor oferta de productos de más calidad que antaño, aboca a escoger el mejor de los buenos a través de puntos, iconos o signos ¿De cuál uno debe fiarse? En ocasiones he respondido metafóricamente que, metiendo en una coctelera las diferentes evaluaciones de críticos y guías sobre una marca, se agita y el resultado sería una media bastante fiable. Pero cuidado, si en un concurso vinícola la puntuación alta o baja se eliminan porque se disparan con la media del resto del jurado, el consumidor a la hora de comprar un vino, debería hacer lo mismo orillando las calificaciones extremas de algún critico o guía si no es coherente con las opiniones del resto. Es razonable que un lector se fíe de un prescriptor que, por su ejecutoria profesional, le oriente para beber buenos vinos, pero aún mejor sería que lo contraste con otros.

En las ventas de vinos on-line se pueden ver las puntuaciones de distintas marcas de críticos y guías consolidadas en las que apenas hay diferencias. Comprar ese vino es la mejor opción porque sería la valoración media de ellos.

El rol de los consumidores

Una evaluación que pongo en duda es las de los consumidores, ya sea de vinos o de restaurantes. El anonimato, la escasa cultura gastronómica de muchos y las rabietas hacia el producto o el establecimiento por otras razones que no tienen que ver con la calidad, pueden afectar seriamente a la calificación real. Es frecuente ver las alabanzas sobre un restaurante contrastando con otra opinión descalificadora. La solución puede estar en elegir el establecimiento con un 75% de opiniones favorables como mínimo.

En resumen, hay que fiarse de los expertos que a ello se dedican. Si hay dudas sobre alguno, nada mejor que contrastar con otro sobre la metáfora de la coctelera que citaba con anterioridad.

José Peñín
Posiblemente el periodista y escritor de vinos más prolífico en habla hispana.
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