Martes 30 de Diciembre de 2025
La industria del vino en España atraviesa un momento de incertidumbre por la falta de relevo generacional. Un informe reciente de la Organización Interprofesional del Vino de España (OIVE) señala que el sector necesita incorporar 22.600 trabajadores jóvenes en los próximos años para garantizar su continuidad. El estudio revela que el 38,9% de los viticultores tiene entre 51 y 65 años, mientras que el 35% supera los 65. Solo el 9,3% de los profesionales del sector tiene menos de 40 años.
La situación preocupa a los responsables del sector, que ven cómo la edad media de los productores aumenta y la llegada de nuevos trabajadores es insuficiente. Fernando Ezquerro, presidente de la OIVE, explica que si no se produce ese relevo generacional, la viña y el vino pueden verse gravemente afectados. “Si no tienes uvas, no tienes vino”, afirma.
El problema no es exclusivo de España. En Francia, los productores también han alertado sobre las dificultades que atraviesan por motivos como aranceles internacionales, descenso en las ventas y cosechas muy bajas en los últimos años. Sin embargo, en España la despoblación rural es uno de los factores principales. Aunque el 84% del territorio español es rural, solo el 15,9% de la población vive en estas zonas. Además, el número de jóvenes en municipios rurales es un tercio menor que en las ciudades.
Ezquerro señala que la falta de atractivo del mundo rural para los jóvenes es una causa importante. Muchos prefieren mudarse a las ciudades para estudiar o trabajar y consideran menos atractiva la vida en el campo por diferentes motivos. Por eso, desde la OIVE insisten en la necesidad de hacer más atractivo el sector para las nuevas generaciones.
El sector del vino representa el 2% del empleo en España y aporta el 1,6% al Producto Interior Bruto. Para asegurar su futuro, los expertos consideran fundamental atraer a jóvenes y modernizar tanto los viñedos como las bodegas. También subrayan la importancia de formar a los nuevos profesionales en sostenibilidad y digitalización.
Óscar de Íscar es un ejemplo poco habitual entre los viticultores actuales. Tiene 36 años, formación universitaria en ingeniería química y un máster en gestión de bodegas. Su familia lleva cuatro generaciones dedicándose al vino y él nunca dudó en continuar con la tradición familiar cuando su padre se jubiló. De Íscar reconoce que puede vivir del vino como profesión y no solo como afición, algo que no siempre ocurre entre quienes se plantean entrar en este sector.
De Íscar también preside el grupo joven de trabajo dentro de la Asociación Española de Cooperativas Agroalimentarias. Explica que muchos jóvenes no ven el potencial empresarial del vino y prefieren empleos públicos o más estables. “Al final, los viticultores son empresarios y hay que valorar esta profesión como tal”, comenta.
A pesar de las dificultades propias del negocio, como las condiciones meteorológicas o las fluctuaciones del mercado, De Íscar considera que las nuevas generaciones cuentan con mejor preparación técnica e información que nunca antes. Cree que esto debe servir para impulsar una visión empresarial moderna y animar a más jóvenes a incorporarse al sector.
Las bodegas han cambiado mucho en las últimas décadas. En Cuatro Rayas, una cooperativa fundada hace casi un siglo en La Seca (Valladolid), conviven antiguos depósitos de hormigón con modernos tanques de acero inoxidable. La bodega cuenta con tienda propia y recibe visitantes interesados en conocer sus instalaciones y sus vinos, lo que refleja una adaptación a nuevas formas de consumo y turismo.
De Íscar recuerda cómo su padre le enseñó a observar la importancia económica del vino en muchos pueblos: “Cuando vayas a un pueblo con tradición vinícola, fíjate en las casas y las iglesias”. Ezquerro coincide al afirmar que muchas localidades dependen económicamente del vino y podrían desaparecer sin esta actividad.
Además del impacto económico, Ezquerro subraya que los viñedos ayudan a fijar población rural y contribuyen al almacenamiento de carbono. Considera fundamental explicar mejor todo lo que hay detrás de cada botella para conectar con la sociedad y especialmente con los jóvenes.
El sector busca soluciones para atraer talento joven e impulsar su modernización ante un futuro incierto marcado por cambios tecnológicos, problemas climáticos y transformaciones sociales profundas.