Entendiendo la Godello a través de 9 vinazos que beber durante estas fiestas

Aquí en Reino Unido todavía no ha llegado la Godellitis. Si que es verdad que empieza a ser una variedad relativamente conocida, sobre todo dentro del nicho de vinófilos, pero sin llegar a abrazar ese entusiasmo nacional casi epidémico. Ojo, no me quejo de que una variedad crezca en popularidad, pero ya sabéis que siempre miro con cierto escepticismo los peligros que esto puede llegar a acarrear: Homogeneización del paisaje, plantaciones en suelos o exposiciones inadecuadas, uso de clones productivos en lugar de selecciones masales, o la inflación de precios, entre otros muchos factores.

Por cierto, ¿alguien me sabe explicar qué está pasando con la Godello? Lo digo porque he podido comprobar en varios túneles del vino — sobre todo en la Fenavin y en la Vinis Terrae — una tendencia por Albariñizar la Godello, buscando hacerlas más tensas y delgadas en boca para ajustarla a un estilo con el que posiblemente esté más acostumbrado el público que busca un blanco gallego.

Un estilo que, a pesar de ser más fresco no casa con la identidad varietal, desvirtuándola y creando vinos de rápida rentabilidad, acostumbrando al consumidor a algo que no es Godello. En fin. A lo que voy porque, aunque no se note, de lo que hoy se trata es de poner en valor la Godello.

Origen

La Godello es una variedad cuyo núcleo histórico parece estar en el noroeste peninsular, a ambos lados de la frontera actual. No está claro si la variedad se originó en lo que hoy es Galicia y se desplazó hacia Portugal, o si el movimiento fue inverso. Lo que si sabemos es que, hoy, cuenta con su área histórica principal en Valdeorras y con presencia tradicional en otras regiones como el Bierzo, la Ribeira Sacra o el Ribeiro, así como en zonas de Portugal como el Douro o Trás-os-Montes, donde se la conoce como Gouveio. Incluso en Rías Baixas o Betanzos la encontramos de manera muy residual.

Tras la crisis de la filoxera, las replantaciones favorecieron variedades más productivas o más adaptadas a esquemas comerciales del siglo XX, como la Palomino o la Alicante, quedando su cultivo reducido a parcelas muy concretas; estando cerca de desaparecer durante el siglo XIX y buena parte del XX.

La situación cambió a finales del siglo XX, cuando varios productores de Valdeorras impulsaron proyectos de recuperación ampelográfica, entre ellos el proyecto Revival (Recuperación de Viñedos de Valdeorras), basado en la selección y multiplicación de material vegetal procedente de cepas antiguas. Estos trabajos demostraron que la Godello podía dar vinos blancos con estructura, capacidad de envejecimiento e identidad propia, lo que despertó el interés por su reimplantación, consolidándola en la viticultura moderna.

Origen ampelográfico

Los estudios de parentesco basados en marcadores de ADN han permitido aclarar el origen de la Godello con un alto grado de fiabilidad. Un trabajo liderado por Javier Ibáñez y su equipo estableció, a partir del análisis combinado de marcadores SNP (variación puntual en una sola "letra" del ADN que permite identificar diferencias genéticas muy precisas entre variedades) y microsatélites con valores estadísticos elevados (secuencia corta de ADN repetida varias veces, muy variable entre individuos, utilizada para establecer parentescos genéticos), que la variedad Godello es el resultado de un cruce entre Castellana Blanca y la Traminer Rot. Este linaje explica también el origen de otras variedades blancas aromáticas como la Verdejo o la Maturana Blanca.

Frente a esta interpretación, existe una segunda vertiente, difundida en el ámbito divulgativo y apoyada por Jancis Robinson, que señala que la Godello desciende de un cruce entre la Castellana Blanca y la Savagnin. La Savagnin y la Traminer son genéticamente la misma variedad, de la que deriva la Traminer Rot.

Ambas lecturas coinciden en situar a la Godello dentro de la familia genética del Traminer, y difieren únicamente en el grado de precisión con el que se identifica al progenitor.

Desde un punto de vista estrictamente sensorial y muy mío — por lo que siento cuando cato en copa, la hipótesis defendida por Jancis Robinson me resulta intuitivamente más coherente, especialmente si se tiene en cuenta el perfil exuberante de la Traminer Rot y lo comparas con la austeridad de la Godello — la cual es ampliamente compleja aromáticamente hablando, pero no exuberante. Ahora bien, una cosa es la lectura que pueda hacer yo a través de mis impresiones organolépticas y, otra, la evidencia científica: los estudios genéticos disponibles son sólidos y apuntan con claridad a un origen más preciso. A partir de ahí, el debate no invalida los datos; simplemente recuerda que la cata sugiere afinidades, pero el ADN establece parentescos.

La Godello como variedad

En viñedo se presenta como una variedad bastante delicada debido a que brota y madura de manera bastante tempranera, lo que la convierte en objetivo fácil de las heladas tardías, al igual que, el tener una madurez muy rápida, hace que se deba de estar muy encima para no perder acidez ya que es muy sensible al calor.

Es por eso que, tradicionalmente, se buscan exposiciones en las laderas de los valles, con cierta ventilación y que miren más al norte para plantarla y, así, poder ganar unos 15 días más de ciclo vegetativo, reteniendo frescor natural.

Si se cosecha demasiado pronto, pierde su razón de ser: la textura, esa sensación entre oleosa, grasa y amarga tan característica con la que nos inunda en boca. Si se deja en exceso, pierde frescor que, aunque no sea tan tenso y afilado como en un Albariño, sigue estando ahí, aportando una estructura ósea que la convierte en una variedad adapta para largas crianzas.

La Godello se caracteriza por producir vinos con pH bajos, es decir, con una acidez natural bien definida y estable. Esto se debe a que presenta niveles elevados de ácido tartárico — el más sólido y duradero de los ácidos del vino — y niveles bajos de ácido málico, más inestable desde el punto de vista metabólico, por lo que durante la vinificación tiende a degradarse o transformarse. A ello se suma un contenido reducido de potasio y calcio, minerales que suelen provocar la pérdida de acidez. Como resultado, la Godello mantiene su frescura a lo largo de todo el proceso de vinificación y ofrece vinos más estables y mejor protegidos frente a alteraciones microbiológicas.

En terrenos fértiles o con manejo intensivo, la Godello se diluye ya que tiende a perder concentración y definición. Su afinidad con suelos pobres no es casual ya que es una variedad capaz de expresar muy bien el perfil del suelo donde crece. Lo que he podido notar cuando cato es que tiende a engordar en arcilla, se verticaliza en granito, se electrifica austeramente en pizarra y se realza aromáticamente su naturaleza terpénica en arena; pero esto son sólo percepciones personales.

Es en la vinificación donde la Godello muestra su verdadera dimensión. No necesita maquillaje aromático. Necesita tiempo. Su gran virtud es la capacidad de ganar complejidad con la crianza, especialmente sobre lías, y de integrar madera sin perder identidad.

La Godello a través de 9 vinos

En este caso vamos a hablar sobre vinos elaborados con la Godello en pureza, no sobre mezcla de variedades. Los organizo por orden de preferencia, desde el último al primero. Aunque tened en cuenta de que este es un ranking propio y personal, donde lo que de verdad importa, como siempre, es que los probéis porque, todos, están del carajo.

• 9. Luz de Outarelo, Paraxe Cestelas, Blare, Valdeorras, 2023
• 8. X&B, Xulia Bande, Ribeiro, 2023
• 7. O'Morto, O Morto Wines, Ribeiro, 2023
• 6. Godello Viñas Viejas, José Antonio García, Bierzo, 2024
• 5. As Sortes, Rafael Palacios, Valdeorras, 2022
• 4. Silius Bucce, Atrium Vitis, Ribeira Sacra, 2023
• 3. La Llorona, Verónica Ortega, Bierzo, 2021
• 2. La Salvación, César Márquez, Bierzo, 2021
• 1. A Espedrada, Adega O Cabalín, Valdeorras, 2023

Lee las notas de cata completas en Atlantic Sommelier