Bodegas BAIGORRI, el vino bajo nuestros pies

A través de siete niveles subterráneos descubrimos la elaboración de estos vinos por gravedad

Carmen Fernández

Viernes 20 de Junio de 2014

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La arquitectura al servicio del vino para otorgarle su máxima expresión. Un edificio singular, diseñado y construido en el año 2002 por el arquitecto Iñaki Aspiazu.Una creación dirigida a explicar el modo de elaboración de los vinos de esta bodega, llamada a convertirse en referente de la viticultura en la Rioja Alavesa. Pero también nos encontramos frente a un ejemplo de la arquitectura integrada en el paisaje en la que la tecnología se ha puesto al servicio del proceso de elaboración del vino por gravedad.

Cuando llegamos a Bodegas BAIGORRI nos encontramos un singular mirador de cristal que nos permite estar rodeados de un inmenso mar de viñedos. A la izquierda, el pueblo de Samaniego; a la derecha los promontorios que marcan los límites entre las dos Riojas. Bajo nuestros pies no encontraremos ni tolvas ni elementos mecánicos para el remonte del vino ya que la gravedad es la protagonista. Ella es la encargada de hacer posible todo el proceso, una aliada natural para la elaboración de los vinos de BAIGORRI, en los que se respeta la materia prima al máximo. Desde las mesas de selección hasta el embotellado, quien visita esta imponente bodega riojana podrá contemplar todo el proceso que se sigue a lo largo de las diferentes plantas subterráneas de la Bodega, propiedad de Pedro Martínez Hernández desde 2007. Bajar por la rampa lateral del edificio se convierte así en un paseo didáctico que acompaña a la uva en su viaje gravitatorio hasta ser vino a través de los siete niveles de los que se compone la bodega, que se ha concebido de tal forma que permite seguir el proceso de elaboración del vino de manera absolutamente didáctica e intuitiva, también durante la temporada de la vendimia.

Acero, hormigón y vidrio protegen este proyecto concebido para crear vinos de la Rioja Alavesa con carácter y personalidad a través de su paso por barricas de roble francés en su mayor parte, junto con algo de americano. La madera se encarga de que el vino obtenga el equilibrio entre las notas propias de las variedades empleadas, fundamentalmente tempranillo. De hecho esta uva es la protagonista de las 25 hectáreas que la Bodega tiene en propiedad desde el año pasado; una pequeña parte de las 100 totales que controlan para la producción anual de 500.000 botellas, de las que el 50% se vende en el exterior.

Estos viñedos construyen un paisaje ideal para el recreo de la vista y el cultivo de la vid, y el edificio de Aspiazu, que incluye también el mirador, sala de catas y restaurante, permite la contemplación del espectacular paisaje de Samaniego antes de comenzar cualquiera de las visitas que habitualmente reciben en esta bodega. Durante el recorrido, el enoturista verá cómo se recogen las uvas en una vendimia manual que garantiza que el fruto llegue a la bodega en las mejores condiciones, desechando todos los racimos que no reúnan las condiciones exigidas. "Es una tarea realizada por manos expertas, que grano a grano y ayudadas por mesas de selección, van decidiendo el destino de la uva", nos comentan en bodega.

Obtienen así vinos de carácter y personalidad como BAIGORRI Tinto Crianza y Tinto Reserva, los de mayor producción, con 300.000 botellas y 80.000 botellas respectivamente. Pero también encontramos rosados, blancos como el Fermentado en Barrica, que fue el Vino Institucional del Consejo Regulador de Rioja los tres últimos años, o elaboraciones especiales. Estamos frente a una bodega, en definitiva, perfectamente adaptada a la topografía existente y que desarrolla de manera armoniosa todo su programa bajo la superficie. Un lugar amplio y diáfano donde la limpieza y el orden impactan al visitante. Un lugar donde nos encontramos rodeados de viñedos hasta donde la mirada se pierde en el río Ebro.

Carmen Fernández
Licenciada en CC de la Información y especializada en enogastronomía y turismo
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