Mariana Gil Juncal
Cuando tenemos una copa de vino en la mano sin ni siquiera quererlo se activan todos nuestros sentidos. Sobre todo, los sentidos ocasionales como el gusto y el olfato, ya que a menudo están en reposo. La vista y el oído son nuestros sentidos afinados ya que están activos durante todos nuestros días.
Aunque cabe aclarar que el sentido del olfato aunque muchos crean que no lo tienen del todo entrenado o ejercitado es el único sentido que trabaja las 24 horas del día y los 365 días del año, ya que es nuestro único sentido de alerta.
Es decir, podemos estar tranquilamente dormidos y despertarnos debido a un fuerte olor a quemado gracias a que nuestro sentido del alerta, basado en el olfato, nos despertará.
Entonces, copa en mano, la cata del vino pone en juego una serie de estímulos sensoriales que son los componentes aromáticos y los sabores del vino. Cuando estos componentes están presentes en una cantidad suficiente, tienen la facultad de excitar o estimular las terminales sensibles de las células nerviosas de nuestros sentidos. Este reflejo se denomina sensación. Y es esta sensación la que provoca, cual efecto mariposa, una información o señal que llega a las zonas especializadas del cerebro: el centro olfativo y el centro gustativo. Si esa sensación es reconocida, identificada y comparada con otra información memorizada o aprendida previamente, aparece la percepción. La sensación es totalmente inconsciente, la percepción todo lo contrario. Esto quiere decir que nunca vamos a encontrar aromas o sabores en un vino si antes no los hemos descubierto sensorialmente en reiteradas oportunidades de manera atenta y consciente. Es decir, que nada que nunca hayamos probado podremos descubrirlo en una copa.
Pero, aunque algunos crean que no tienen ejercitado el sentido del olfato ¡no se desanimen! Ya que hay aromas que les aseguro que los han tenido cerca más veces de lo que quizá recuerdan. Por eso para ejercitar y viajar con el olfato siempre recomiendo cerrar los ojos, inhalar, respirar profundamente y volver a inhalar. Les aseguro que el sentido del olfato los llevará con los aromas a recordar sensaciones, lugares y personas más allá del tiempo y el espacio.
10 AROMAS DEL VINO BLANCO
Técnicamente los aromas del vino se clasifican en aromas primarios o varietales (los típicos de cada uva), secundarios (los que aparecen durante el proceso de elaboración) y terciarios (los que aporta la crianza, en el caso que hubiera). Dentro de esta clasificación general recorreremos los 10 aromas básicos o más frecuentes de los vinos blancos.
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