Jueves 09 de Enero de 2020
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Si la administración Trump cumple su amenaza este mes de enero de imponer un arancel del 100% a los vinos europeos (de todo tipo y graduación), no solo perjudicaría a los mayores productores de vino de Europa, que probablemente podrían adaptarse y vender sus productos en otros mercados, también perjudicaría a muchas empresas estadounidenses (importadores, restaurantes, etc.) y finalmente a los propios consumidores estadounidenses que, lógicamente, no podrían adaptarse y sustituir unos vinos con otros ya que el vino es un producto localizado e insustituible.
El consumidor estadounidense tiene mucha capacidad de compra, pero duplicar el precio de los vinos de países como Italia, España, Francia y Portugal sería un gran alza que los haría inaccesibles para muchas personas, limitando severamente su elección.
Además, la Unión Europea representa más del 60 por ciento de la producción mundial de vino y de gran calidad, por tan solo el 8 por ciento de la producción de Estados Unidos. Limitar el acceso a estos vinos sería un duro golpe para el comercio vinícola del país, convirtiéndolo casi en un artículo de lujo.
Estos nuevos aranceles del 100% al vino se originaron cuando la Oficina de Comercio de los Estados Unidos propuso el mes pasado derechos punitivos sobre las importaciones de vinos espumosos y otros bienes por valor de 2.400 millones de dólares después de conocerse que un nuevo impuesto francés a los servicios digitales dañaría a las empresas estadounidenses.
Estos aranceles se sumarían a los aranceles del 25% ya impuestos a los vinos europeos y otro productos en una disputa con la Unión Europea sobre los subsidios a los aviones norteamericanos. Washington alertó el mes pasado que podría aumentar esos aranceles al 100% y someter a productos adicionales de la UE a estos aranceles a menos que se llegue a un acuerdo, cosa que no ha ocurrido.
El presidente Donald Trump considera que los aranceles son su mejor herramienta en disputas con países como Francia y China e insiste en que pagarán el costo de dichos aranceles, pero los economistas creen que los aranceles los pagan principalmente los importadores y, en última instancia, los consumidores, lo cual repercute en última instancia en el propio país norteamericano.
Los expertos en vinos dicen que los consumidores tienen una gran lealtad a productos específicos, como Champagne de Francia, y no adoptarán sustitutos fácilmente. Recordemos que Estados Unidos es el primer importador mundial de vino francés, pero también importa grandes cantidades de vino español e italiano.
Tal es el varapalo que puede sufrir EEUU con estos aranceles que, según una nota de Reuters, se estiman unos costes de 10.000 millones (en ingresos perdidos) y 78.000 despidos, afectando a los 47.000 minoristas de vinos del país y más de 6.500 importadores y distribuidores.
De hecho, varios grupos comerciales han instado a Washington a llegar a un acuerdo urgentemente con Bruselas para evitar este previsible desastre económico.
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