Martes 04 de Septiembre de 2018
Doy fé de que no hace muchos años pude comprobar -como invitado- que la tradición sigue.
Y a buen seguro que muchos profesionales del vino apreciarán este extracto literal:
"Seguramente que no hay un rasgo personal que caracterice a un serrano como su manera de catar el vino. Primero, lo toma en la mano con reverencia, y échase atrás el sombrero. Lo examina, lo mueve en el vaso, lo mira al trasluz con una visual sesgada, ceñuda, taladrante. Y hace otra pausa. Escupe, límpiase la boca de un revés. Lo huele y alza la nariz al viento. Lo prueba mojando apenas los labios. Lo paladea dando pequeños chasquidos con la lengua. Todo ello con parsimonia suma. Y al cabo, tras un silencio, dice su cabal parecer. Nadie en el mundo, sabría representar esta escena con la prosopopeya de un serrano de raza..."
Y la tradición sigue en la zona como antaño cuando (y transcribo literal) "A los forasteros se los obsequia en las bodegas, abriendo una cuba vieja y olorosa, y enjugando los sorbos con pastas o embutido..."