Domingo 03 de Julio de 2016
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Participé el pasado martes en un almuerzo-tertulia organizado por el Wharton Club con Peter Sisseck en Madrid. No es buena idea hacer mención de nombres propios en estas colaboraciones pero saltémonos esta vez la norma interna porque el Señor lo merece. Muy brevemente:
Debemos primero agradecerle sinceramente su contribución al vino español. Si hemos teorizado tantas veces cómo podríamos añadir valor con nuestro trabajo, el suyo sí que ha aportado toneladas de valor real al vino español a nivel global. Y en concreto a Ribera del Duero porque también él está, junto con los demás excelsos y numerosos bodegueros de la región, detrás de que fuese mejor zona vitivinícola del mundo. Esto es hacer patria y marca España, siendo danés de origen
Significativo también su auténtico convencimiento de que lo importante está en el campo. Lo fundamental está en lo que hagamos en la viña y antes de eso, en el talento que tengamos para seleccionarla y plantarla. El vino no se puede mejorar en la bodega, se trata de no perjudicarlo. Y esto tiene un doble comentario: primero, el vino debe ser expresión nítida de su tierra (conectividad) y segundo, la tierra que él personalmente eligió hace 20 años para desarrollar su vocación fue, la nuestra
Por último, su apuesta decidida por la viticultura y vinificación ecológica y biodinámica. También por respeto al campo, a lo maravilloso que el cosmos y la Naturaleza nos da, en un incomparable y abrumador terroir que es Ribera del Duero, encapsulado todo en una diminuta baya de tinto fino. Casi nada. En esto consiste la innovación hoy por hoy en el vino; no en hacer poesía, sino en pensar, invertir, arriesgar, probar y fallar, hasta encontrar cómo permitir que la Naturaleza, ella sola, se exprese de la mejor forma
Escuchándole comprendí porqué a estos grandes concertistas orientales de piano tan famosos hoy, parece que les falta algo. En realidad no les falta nada, les sobra. Son muy virtuosos, sí, son buenos artistas, sí, arrastran multitudes, sí, pero a Mozart... no hay que intentar mejorarlo. Solo hay que hacerle sonar. Todo viene ya perfectamente escrito en la partitura.
Gracias Señor Sisseck por su trabajo y por su amor a nuestra tierra y nuestra cultura
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