El enigma Kennedy para la industria vitivinícola

La industria del vino enfrenta incertidumbre con la posible llegada de Kennedy Jr. al gabinete de Trump

Lunes 18 de Noviembre de 2024

Compártelo

Leído › 1693 veces

La nominación de Robert F. Kennedy Jr. como secretario de Salud en el gabinete de Donald Trump podría tener implicaciones significativas para la industria del vino en Estados Unidos. Esta designación llega en un momento decisivo, ya que los productores de vino han estado soportando una amenaza directa relacionada con las pautas dietéticas propuestas por la administración de Joe Biden, que buscan reducir el consumo de alcohol.

Desde 1980, el gobierno estadounidense ha desarrollado pautas dietéticas que incluyen recomendaciones sobre la ingesta de alcohol, aunque de forma marginal. Sin embargo, la administración Biden ha dado un paso más allá al delegar la cuestión en el Comité Interinstitucional para la Prevención del Consumo de Alcohol en Menores de Edad (ICCPUD), una entidad claramente enfocada en la reducción y prevención del uso de alcohol. Esta decisión ha generado polémica y ha levantado alarmas dentro del sector vinícola. El temor se centra en las posibles nuevas directrices que podrían declarar peligroso el consumo de incluso una sola copa de vino al día, un golpe potencialmente devastador para la industria, especialmente en un momento donde las ventas ya han experimentado dificultades.

Robert F. Kennedy Jr., un activista con ideas propias y un historial de posiciones controversiales, representa un enigma para este sector. Por un lado, Kennedy es un alcohólico en recuperación, un hecho que no oculta y que forma parte de su historia personal. Perdió a su hermano David por una sobredosis y asiste regularmente a reuniones de Alcohólicos Anónimos, llegando incluso a declarar que llevaría estas sesiones a la Casa Blanca. Sus declaraciones subrayan su desconfianza hacia cualquier sustancia que pueda convertirse en una muleta emocional, y su enfoque hacia el alcohol es marcadamente personal y crítico.

No obstante, el enfoque de Kennedy hacia la salud pública también lo distingue. Ha defendido políticas poco ortodoxas, como la legalización de la leche cruda y la eliminación del flúor en el agua potable, basándose en la idea de que estas medidas mejorarán la salud de los estadounidenses. Es precisamente este enfoque disruptivo el que podría significar un alivio inesperado para los productores de vino. A pesar de su postura personal frente al alcohol, Kennedy podría cuestionar la validez científica y el impacto real de las pautas dietéticas, que algunos ven como un fracaso. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), la tasa de obesidad en adultos estadounidenses se ha más que duplicado desde que se introdujeron estas pautas, alcanzando un 42% en mujeres adultas y un 34% en hombres.

El uso de estas pautas por parte del gobierno para justificar políticas de alimentación escolar es un área donde la industria alimentaria ha ejercido su influencia. Desde la administración de Ronald Reagan, cuando se clasificó el kétchup como vegetal para cumplir con las normas, hasta la manipulación de las reglas por parte de grandes corporaciones de alimentos, el sistema ha sido objeto de críticas. Las escuelas que han logrado ofrecer almuerzos más saludables a menudo lo han hecho al margen de las directrices oficiales, inspiradas por enfoques comunitarios y modelos como el promovido por Alice Waters.

Por otro lado, la nominación de Kennedy ha generado controversias tanto a la izquierda como a la derecha. Los defensores de la ciencia critican su historial en la lucha contra las vacunas, mientras que los conservadores desconfían de su apoyo al derecho al aborto. Sin embargo, pocos dudan de su dedicación a la salud pública, una misión que él mismo ha descrito como fundamental.

El futuro de las pautas dietéticas podría dar un giro inesperado si Kennedy toma la iniciativa. Algunos analistas consideran que podría tener éxito donde otros no han podido: eliminar políticas gubernamentales que, según críticos, no han logrado sus objetivos. Un funcionario del gobierno describió estas pautas como un "fracaso de 45 años en salud pública", planteando la cuestión de si realmente han hecho más bien que mal.

El nombramiento de Kennedy también ilustra la volatilidad de la política actual. Biden, un presidente abstemio, ha adoptado una postura más restrictiva hacia el alcohol. Pero Trump, también abstemio, podría permitir que alguien como Kennedy intervenga en una regulación que podría, paradójicamente, proteger a la industria vinícola. Todo esto se desarrolla en un momento en que las elecciones recientes y alianzas han alterado el equilibrio de poder en Washington.

La confirmación de Kennedy está por verse, pero los observadores políticos no pierden de vista que él jugó un papel clave al abandonar su campaña presidencial independiente y respaldar a Trump, posiblemente ayudando a consolidar el margen de victoria de este último. Este hecho podría darle la influencia necesaria para asumir el cargo que ha ambicionado desde hace tiempo.

La incertidumbre sigue siendo la protagonista. Las pautas dietéticas para el consumo de alcohol podrían mantenerse, modificarse o incluso eliminarse, dependiendo del rumbo que tome el nuevo liderazgo en salud. Mientras tanto, la industria vinícola espera, con la esperanza de que cualquier cambio pueda favorecer sus intereses y evitar medidas que consideran perjudiciales para su negocio.

¿Te gustó el artículo? Compártelo

Leído › 1693 veces