Un falsificador de vinos es condenado a 10 años de prisión

El coleccionista de vinos indonesio Rudy Kurniawan es hallado culpable de fraude por falsificar botellas de grandes cosechas y venderlas por unos 30 millones de dólares.

Nueva York | AFP

Jueves 18 de Diciembre de 2014

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El coleccionista de vinos indonesio Rudy Kurniawan fue condenado esta semana a 10 años de prisión por un juez federal de Nueva York, tras haber sido hallado culpable de fraude por falsificar botellas de grandes cosechas y venderlas por unos 30 millones de dólares.

Kurniawan, de 37 años y considerado en algún momento "uno de los cinco coleccionistas de vino más grandes del mundo", había sido detenido en 2012 en California y transferido a Manhattan, donde un jurado lo había declarado culpable el pasado año.

"Esto fue un fraude económico muy serio, una manipulación de los mercados estadounidense e internacional", dijo el juez Richard Berman, al justificar la sentencia tras una audiencia de más de tres horas en los tribunales del sur de Manhattan.

Kurniawan, con gafas, cabello corto y camisa azul de presidiario, escuchó la condena sin reaccionar, tras haber pedido disculpas en una muy breve declaración: "Siento mucho lo que he hecho", dijo en voz casi inaudible.

El juez identificó siete víctimas a las que Kurniawan deberá pagar un total de 28,405 millones de dólares por las pérdidas ocasionadas.

Durante el juicio, la fiscalía describió a Kurniawan como un individuo codicioso que ganó fortunas desde 2002 produciendo en su casa vinos a los que presentaba como grandes cosechas excepcionales y que vendía a precios exorbitantes.

En la residencia del indonesio en Arcadia (en las afueras de Los Angeles, California), los investigadores encontraron un laboratorio de falsificación de vinos, con botellas antiguas, corchos, cápsulas y pegamento.

Durante sus años de gloria, Kurniawan vivió a lo grande: entre 2006 y 2011 gastó 16,32 millones de dólares en una sola de sus tarjetas de crédito. Coleccionaba además obras de arte y relojes y autos de lujo.

Artimaña. En sus comienzos, conquistó a los expertos más aguerridos con una memoria gustativa excepcional, una rapidez para aprender fuera de lo común y una generosidad sin límites.

Se presentaba como un apasionado de los vinos en vez de como un vendedor y había sido apodado "Doctor Conti", a raíz de su amor por el Romanée-Conti.

Según la defensa, que pedía una pena de seis años, Kurniawan no quería engañar a la gente y solo pretendía mejorar algunos vinos que había comprado.

"Hizo lo que hizo porque necesitaba ser aceptado, reconocido", afirmó el abogado Jerome Mooney, al referirse a su cliente, que llegó a Estados Unidos con visado de estudiante unos 20 años atrás y se encuentra en situación ilegal desde que expiró ese permiso.

El fiscal Stanley Okula rechazó cualquier tipo de contemplación: "Fraude es fraude. Y el acusado lo llevó adelante durante años. Lo hizo por dinero", sostuvo.

La declaración de varios testigos a lo largo del proceso dejó al descubierto los errores de principiante que cometió Kurniawan y que lo llevaron a ser descubierto.

Por ejemplo, algunos de los vinos fraudulentos que vendía eran declarados como procedentes de la bodega francesa Domaine Ponsot, una centenaria empresa familiar de Borgoña, pero tenían etiquetas de años en los que la casa todavía no embotellaba sus productos. Kurniawan comenzó a caer a raíz de una subasta en 2008 que incluía vinos de esa bodega, algunos de los cuales extrañaron a un amigo del viticultor Laurent Ponsot, quien tras ser contactado viajó a Nueva York para frenar ese remate.

Kurniawan propuso en esa venta botellas de un Clos Saint-Denis de los años 1945 y 1949, cuando en realidad esa denominación del Domaine Ponsot sólo había comenzado a envasarse en 1982.

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