Rogerio Ruschel: “El proyecto Microviña es perfectamente exportable a Brasil”

En Brasil todavía se asocia el minifundio con tierras con muy poco valor productivo y cultivadas por agricultores con pocos recursos económicos. Por ello, Rogerio Ruschel, experto brasileño en markéting ecológico, considera muy positivo que proyectos como el de Microviña se exportasen a Brasil porque supondría generar riqueza. Rogerio Ruschel dictará su ponencia a través de videoconferencia el próximo 8 de noviembre dentro del II Curso Microvinya organizado por la Universidad de Alicante.

Alicante

Jueves 23 de Octubre de 2014

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Rogerio Ruschel dictará su ponencia a través de videoconferencia el próximo 8 de noviembre dentro del II Curso Microvinya organizado por la Universidad de Alicante.

¿Qué percepción se tiene del minifundio en Brasil?

La realidad entre España y Brasil es muy diferente. Brasil es prácticamente un continente. Su extensión es dieciséis veces España. La extensión cultivada en Brasil, con datos de 2012 es de 68 millones de hectáreas y el valor de lo que se produce es de 67 billones de euros. El modelo brasileño de agricultura, históricamente, se ha orientado para la producción y exportación de productos como la soja, naranja, café y caña de azúcar. Hace muy poco tiempo que el gobierno brasileño ha empezado a otorgar ayudas para incentivar a los pequeños productores. A destacar las iniciativas del presidente Lula a partir de 2003 y que tenían como objetivo paliar el hambre de una parte de la población.

Lo que quiero decir con esta introducción es que en Brasil el minifundio se asocia con personas pobres y con tierras con muy poco valor productivo. Es el gobierno quien compra los productos producidos en los minifundios para repartirlos entre los colectivos necesitados.

Por lo que respecta al vino, en 2013, la producción vitivinícola se distribuía en 84 mil hectáreas cultivada por unas 1150 empresas en seis regiones del país. La gran mayoría de los productores tienen extensiones de unas 2 hectáreas. Pero las nuevas inversiones las están realizando compañías internacionales, sobre todo en la región de Campaña, cercana a la frontera con Argentina y Uruguay.

¿Existen experiencias similares al proyecto Microviña en Brasil?

La industria del vino en Brasil es muy pequeña. Con datos de 2012 podemos decir que la producción de vinos en España multiplica por diez la de Brasil y me atrevo a decir que cuando tengamos los datos de 2013 la diferencia será de once. No tenemos experiencias similares al proyecto Microviña. Lo que tenemos son algunas familias que transmiten sus conocimientos de padres a hijos en pequeñas áreas pero que todavía no tienen ni los conocimientos ni la formación suficiente para competir en el mercado. Sí que hemos podido comprobar en los últimos cinco años que está surgiendo una nueva generación que está interesada en producir vinos, pero no tenemos resultados todavía, no los podemos evaluar.

¿Puede ser el proyecto Microviña exportable a Brasil?

Si. Yo creo que el concepto es perfectamente exportable a Brasil, pero tiene que ser adaptado a su entorno, a las políticas y al mercado. Y pienso que también sería posible hacer que profesionales de clase media como médicos, ingenieros o pequeños emprendedores se interesaran por llevar adelante proyectos como el de Microviña. Además, en Brasil hay clase media de origen español.

¿Qué es lo que más le ha llamado la atención del proyecto Microviña?

Microviña es un proyecto cien por cien completo en términos de sostenibilidad socioambiental. Para mí es la principal calidad: conseguir un equilibrio de conjunto. Microviña es una demostración de que es posible producir vinos con mucha calidad, con puntuaciones por parte de los expertos muy elevadas y con unos valores ecológicos y sociales superiores en áreas pequeñas a partir de viñedos antiguos abandonados y que han sido recuperados.

¿Puede el minifundio ser generador de riqueza?

Por supuesto que sí. De hecho ya lo está haciendo. Está generando riqueza social, ambiental y, por supuesto, económica.

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