Los latinos impulsan los vinos del sur de California
Muchos latinos que llegaron al sur de California han hecho valer sus conocimientos vitivinícolas para ocupar puestos estratégicos
BBC
Martes 15 de Noviembre de 2011
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Muchos latinos que llegaron han hecho valer sus conocimientos vitivinícolas para ocupar otros puestos estratégicos para el negocio
Javier Flores vino al mundo en un viñedo. Literalmente: su casa en Baja California, México, estaba en los terrenos de una bodega que daba empleo a todos los hombres de la familia. Allí creció entre tanques metálicos y parras y aprendió los gajes del oficio de su padre.
Hoy, Flores es diseñador de vinos de una de las principales bodegas de Temécula, una región del sur de California en la que el negocio de los vinos ha levantado vuelo.
"Yo fui primero a Napa Valley, porque en México si hablabas de vino en Estados Unidos pues era todo Napa. Pero me dijeron de Temécula, llegué cuando iba a empezar la cosecha y necesitaban alguien con conocimientos y ahí nomás me contrataron", relata Flores, que lleva 22 años en la zona y es responsable de cada botella con la etiqueta de South Coast Winery.
La historia de Javier es emblemática de lo que ha ocurrido en este valle: un resurgir de la producción desde los años '80 que estuvo alimentado por la llegada de inmigrantes latinoamericanos.
Temécula se impuso la misión de construir para sí una fama vitivinícola, pero tuvo contendientes de peso para lograrlo: las regiones de Napa y Sonoma, en el norte, son las que han consolidado la fama de California, que provee casi 90% de los vinos estadounidenses y es la cuarta región más productiva del mundo, por encima de países como Australia.
En ese trayecto ha avanzado en la última década, con algunas ventajas competitivas como la instalación de nuevas bodegas –en total, una treintena- que traen tecnología para modernizar los procesos.
El hito se marcó para muchos en 2008: el año en que el premio a la mejor bodega en la principal feria estatal salió del norte para quedar en manos de South Coast, la casa de Flores en Temécula.
De recolectores a dueños
El valle ondulante de Temécula es una sucesión de parches desérticos alternándose con oasis de parrales prolijamente alineados, donde una vez pasada la vendimia –entre agosto y octubre- sólo queda el verde de las hojas.
A un trecho corto de ruta desde la frontera sur de Estados Unidos, éste ha sido el destino elegido por muchos inmigrantes de México y América Central para establecerse, los que hoy representan –según estiman los productores- entre 80 y 90% de la mano de obra del campo.
Pero muchos latinos que llegaron han hecho valer sus conocimientos vitivinícolas para ocupar otros puestos estratégicos para el negocio: desde la combinación de varietales para conseguir vinos distintos, como hace Javier, a la inauguración de bodegas con su nombre.
Como los Doffo, una familia de argentinos que pensó asentarse aquí como una opción de retiro y terminó montando una empresa a partir de la uva malbec. En 2004 tuvieron la primera cosecha: 45 cajas, poco más de un barril. Hoy producen 25 veces aquello.
El peruano Wilmer Yabar es un recién llegado. La bodega con su nombre ha sido una de las últimas en abrir, con la tierra que adquirió en 2007 y los rudimentos de enólogo que aprendió en Argentina, y se concentra en la promoción de cepas hispanas como garnacha o rosa del Perú.
Para los expertos, la llegada de los latinos ha marcado la historia de este valle, donde los conquistadores españoles plantaron las primeras cepas pero el negocio decayó después del siglo XVIII.
En sus balances de los últimos años, las bodegas han sacado rédito de una tendencia de mercado, la que indica que el interés por los vinos ha crecido en la comunidad hispana, especialmente entre los jóvenes.
Un estudio de la consultora Experian-Simmons señala que el consumo de hispanos de más de 21 años creció 34% entre 2005 y 2011 -mientras que este segmento de población tuvo un aumento de 19%- en tanto que entre los blancos no hispanos se registró una expansión de sólo 14%.
La demanda creciente, dicen los analistas, representa una ventana de oportunidad para que una mayor variedad de vinos ingresen al mercado.
La mirada está puesta, sin embargo, en aquellos latinos que no consumen la bebida, que por ahora son mayoría: el estudio de Experian revela que 26,5% toma vino regularmente, muy por debajo del 38,8% que se registra entre blancos no hispanos.
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