Los (verdaderos) secretos detrás de la calidad del vino

Los factores que definen un gran vino

Úrsula Marcos

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El mundo del vino es, sin duda, un universo apasionante que combina historia, cultura y la esencia misma de la naturaleza. Hablar de vino es hablar de un proceso que empieza mucho antes de que el líquido llegue a nuestras copas; comienza en la viña, en ese primer contacto de la uva con el mundo. Se dice a menudo que el vino se hace en el viñedo, y es que hasta el 70% de la calidad del vino se atribuye a las uvas utilizadas, dejando en segundo plano las técnicas de vinificación, por muy sofisticadas que sean. Así, nos adentramos en el corazón de la viticultura para desgranar los factores clave que influyen en la maduración de la uva y, por ende, en la calidad del vino.

Los Factores Permanentes

Los factores permanentes son aquellos que, al igual que los cimientos de una casa, establecen las bases de todo lo que vendrá después. Aquí entran en juego el clima y microclima, el alma misma del viñedo que respira y siente las condiciones específicas de su entorno inmediato. Luego, tenemos el suelo, un lienzo complejo de nutrientes y texturas que, junto a la variedad de uva y el portainjerto, determinan las características inherentes del vino. No podemos pasar por alto la densidad del viñedo, su disposición y el sistema utilizado para guiar a las vides, sin mencionar el concepto elusivo, pero fundamental, de "terroir". Estos factores conforman el ADN de nuestro futuro vino, marcando el potencial de lo que podría llegar a ser.

Los Factores Variables

En segundo lugar, encontramos los factores variables, estrellas invitadas de la temporada, que influyen en el rendimiento de la vid de año en año. La temperatura, la luz solar y la humedad mantienen un equilibrio delicado, impactando en el desarrollo y madurez de las uvas. La edad del viñedo también juega un papel importante, siendo que las vides más antiguas suelen producir uvas de mayor concentración y complejidad. Y cómo olvidar el concepto de "millésime" o añada, que refleja el carácter único de las condiciones climáticas de cada año.

Los Factores Accidentales

Luego vienen los factores accidentales, invitados inesperados a la fiesta. Estos incluyen plagas, enfermedades y la salud general del viñedo, todos los cuales pueden afectar dramáticamente la calidad y cantidad de la cosecha. Los accidentes meteorológicos, como el granizo o las heladas, también pueden jugar una mano cruel, devastando cultivos en cuestión de horas.

Los Factores Modificables

Por último, tenemos los factores modificables, aquellos sobre los que los viticultores pueden influir mediante su habilidad y cuidado. La poda, fertilización, irrigación y otras prácticas de cultivo caen en esta categoría, permitiendo a los vinicultores guiar y dar forma a la producción del viñedo hacia la calidad deseada.

A pesar de la creencia general de que la cantidad es inversamente proporcional a la calidad, la tecnología vitícola moderna ha difuminado esta línea, permitiendo alcanzar altos rendimientos y uvas de alta calidad. Sin embargo, mientras que una excelente viticultura puede conducir a grandes uvas, una mala vinificación aún puede resultar en un vino menos estelar. Es un equilibrio delicado, que subraya que para producir un vino excepcional, se debe empezar con uvas excepcionales.

Así que ya ves, el destino de tu próximo vino favorito se determina por un baile de factores, desde el suelo en el que crecieron las uvas hasta las manos que las cosecharon. El vino, en su esencia, es un testimonio de la belleza y complejidad de la naturaleza, y del arte y la ciencia de cultivarla en las botellas que tanto apreciamos.

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