La industria vinícola australiana mira con esperanza el fin de los aranceles chinos

Los vinicultores australianos confían en el fin del conflicto comercial

Viernes 02 de Febrero de 2024

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La industria vinícola australiana se encuentra en un momento de inflexión. Tras sufrir el impacto de elevados aranceles impuestos por China desde 2020, derivados de disputas políticas, ahora se vislumbra un atisbo de esperanza ante la reconsideración de estas tarifas por parte del gobierno chino. Este giro potencialmente significativo podría marcar un antes y un después para los viticultores australianos, quienes han experimentado un duro golpe en su economía, pero también han logrado consolidar su presencia en mercados alternativos como el de Estados Unidos.

La imposición de estos aranceles, que oscilaron entre el 116.2% y el 218.4%, representó un desafío sin precedentes para el sector vitivinícola australiano. Antes de la imposición de estas tarifas, en 2019, las bodegas australianas exportaban alrededor de 15 millones de cajas de vino a China, lo que representaba casi el 40% del valor total de sus exportaciones, aproximadamente 790 millones de dólares australianos (1.2 mil millones de dólares). Sin embargo, a un año de la implementación de los aranceles, las ventas a China se desplomaron hasta alcanzar solo 54 millones de dólares.

El origen de esta fractura económica se remonta a abril de 2020, cuando Australia solicitó una investigación internacional sobre los orígenes de la COVID-19. Esta solicitud, junto con la prohibición previa de Australia a la participación de Huawei en el despliegue de su red 5G por motivos de seguridad, tensó significativamente las relaciones con China. La respuesta de Beijing incluyó acusaciones hacia los productores de vino australianos por supuesto dumping y recibir subsidios gubernamentales, alegaciones que Australia refutó enérgicamente.

Ante estos aranceles, las compañías vinícolas australianas se vieron obligadas a reevaluar rápidamente sus estrategias. Algunas, como Brown Brothers, decidieron mantener sus operaciones en China a pesar de los desafíos, mientras que otras experimentaron marcados descensos en ventas y pérdidas de relaciones. El impacto fue profundo en toda la industria, afectando incluso a aquellos que no exportaban directamente a China, debido a un exceso de oferta de uvas.

No obstante, la situación muestra signos de mejora. La visita del primer ministro australiano, Anthony Albanese, a China en 2023, la primera de un primer ministro australiano desde 2016, preparó el terreno para un posible deshielo en las relaciones. Sus encuentros con el presidente chino, Xi Jinping, fueron recibidos positivamente, alimentando las esperanzas de que los aranceles podrían ser levantados tan pronto como en marzo o abril de 2024.

Este complicado periodo ha enseñado lecciones valiosas al sector vinícola australiano sobre los riesgos de depender excesivamente de un único mercado. Mientras la industria anticipa una posible relajación de las tensiones, prevalece un optimismo cauteloso. La esperanza es que no solo se reanude el comercio sino que la industria emerja más resiliente y diversificada.

Aunque el camino hacia la plena recuperación puede ser largo e incierto, la perspectiva de la eliminación de los aranceles representa un paso significativo hacia la revitalización de la industria vinícola australiana. Esto no solo implica una posible reactivación de las exportaciones, sino también una oportunidad para reconstruir y fortalecer las relaciones internacionales y las estrategias de mercado.

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