¿Cuántos aromas podemos percibir los humanos?

La percepción aromática del ser humano y su impacto en el mundo del vino

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Según estudios recientes, la nariz humana puede percibir hasta 1 billón de aromas diferentes. Sin embargo, la mayoría de las personas solo pueden identificar alrededor de 10.000 aromas diferentes. Esto se debe a que la capacidad de oler depende de la cantidad de receptores olfativos que tiene una persona. Los receptores olfativos son células nerviosas que se encuentran en la nariz y que envían señales al cerebro cuando detectan olores. La mayoría de las personas tienen alrededor de 10 millones de receptores olfativos, pero algunas personas pueden tener hasta 20 millones.

La capacidad de oler también puede verse afectada por la edad, la salud y la genética. Las personas mayores suelen tener menos receptores olfativos que las personas más jóvenes, y las personas con ciertas afecciones médicas, como la enfermedad de Alzheimer, pueden tener problemas para oler. Factores externos como el tabaquismo también pueden afectar a la capacidad olfativa, un fumador puede percibir la mitad de aromas de los que percibe una persona que no fuma. Por último, la genética también puede influir en la capacidad de oler. Algunas personas simplemente tienen más facilidad para oler que otras.

El sentido del olfato es importante para muchos aspectos de nuestra vida. Nos ayuda a evitar los peligros o a formar recuerdos, pero sobre todo a disfrutar de los alimentos. Efectivamente, más del 60% del sabor de los alimentos son aromas mientras el resto está formado por las sensaciones de la lengua (salado, dulce, ácido...). Piensa que cuando te comes un helado de fresa, el sabor a fresa es en realidad un aroma, es decir un helado de fresa huele a fresas y su gusto es dulce, la lengua solo percibe el gusto dulce y las texturas, el resto son aromas que percibe nuestro olfato.

Cuando olemos algo, las moléculas del olor viajan por la boca o por la nariz hasta los receptores olfativos. Los receptores olfativos envían entonces señales al cerebro, que las interpreta como olores. El cerebro puede entonces asociar los olores con sabores, pero no solo eso, también con recuerdos, emociones y experiencias.

Por ejemplo, un determinado vino puede tener aromas frutales, pero recordarnos a aromas balsámicos u herbáceos, y desde luego será disfrutado mucho más con buena gastronomía y mejor compañía.

El ser humano ha desarrollado a lo largo de la evolución una serie de sentidos que le permiten interactuar e interpretar el mundo que le rodea. Uno de estos sentidos, quizá menos aclamado que la vista o el oído, pero igual de esencial, es el olfato. En la enología, la ciencia y arte detrás de la producción de vino, la capacidad para percibir distintos aromas juega un papel fundamental, tanto para el productor como para el consumidor. Pero, ¿cómo afecta la capacidad de percibir aromas a la apreciación del vino?

El vino y su paleta aromática

El vino es una bebida compleja que lleva consigo una vasta paleta de aromas, que varían según el tipo de uva, el terroir, la forma en que fue producido, almacenado y, finalmente, servido. Estos aromas se clasifican generalmente en tres categorías: primarios (provenientes de la uva), secundarios (derivados del proceso de fermentación) y terciarios (resultantes del envejecimiento en barrica o botella). En la sección "Aprender" de Vinetur hemos publicado varios artículos al respecto, si te interesa profundizar en estos tres tipos de aromas del vino.

La habilidad para identificar y describir estos aromas no solo es esencial para el enólogo, quien debe asegurarse de que el vino tenga el perfil deseado, sino también para el consumidor, especialmente aquel que busca una experiencia más profunda y educada en la cata de vinos.

La influencia en la enología

La industria vinícola ha tomado nota de la importancia del aroma en la experiencia del vino. Por eso, no es raro encontrar catas de vino dirigidas por expertos que enseñan a los participantes a identificar los distintos matices presentes en una copa. Estas catas no solo ayudan a apreciar mejor la bebida, sino que también ofrecen una perspectiva educativa sobre la historia y ciencia detrás de cada botella.

Además, la capacidad para identificar y disfrutar de una amplia gama de aromas en el vino puede influir en las decisiones de compra del consumidor. Un consumidor educado en la materia puede estar dispuesto a pagar un precio más alto por una botella que ofrezca una experiencia olfativa más rica y variada.

La percepción aromática es una parte esencial de la experiencia humana, y su papel en la enología es innegable. A medida que seguimos aprendiendo más sobre la capacidad olfativa del ser humano, es probable que la industria del vino continúe adaptándose, buscando formas de realzar aún más la experiencia sensorial que ofrece cada copa.

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