Adaptarse o morir ante el cambio climático

El consumo de vino toca fondo, precios al alza y la desaceleración China golpean la demanda

Martes 07 de Mayo de 2024

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El año 2023 marcó un récord desalentador en la historia de la viticultura global: la producción de vino alcanzó su nivel más bajo desde 1962. Según un informe reciente de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), este descenso crítico se debe en gran medida a las "condiciones ambientales extremas" que han sacudido al sector. La OIV, que cuenta con 50 estados miembros representando el 75% de las áreas vinícolas del mundo, ha destacado la gravedad de la coyuntura impuesta por el cambio climático.

Aunque el cambio climático no es el único culpable, sí se considera el mayor reto para una industria que se desarrolla predominantemente en zonas altamente vulnerables a alteraciones climáticas. La combinación de sequías y incendios ha contribuido significativamente a la tendencia descendente en la producción vitivinícola, impactando tanto a las regiones del hemisferio norte como del sur, incluso con resultados más graves de lo previsto inicialmente en noviembre de este año.

En la Unión Europea, la producción de vino se redujo en un 10% durante 2023, registrando el segundo volumen más bajo desde el inicio del siglo. Algunos países, como Italia, han sido particularmente afectados, experimentando una caída del 23% en su productividad, la más baja desde 1950. En Italia, las intensas lluvias provocaron mildiu en las regiones centrales y del sur, además de daños por inundaciones y granizo. No obstante, no es el único país afectado: Alemania, Hungría y Austria también han visto reducciones significativas en sus volúmenes de producción.

España, por su parte, no ha sido ajena a esta situación. El país ha registrado la producción más baja desde 1995, con una disminución de más del 20% respecto a 2022 y un 25,7% menos que el promedio de los últimos cinco años. Partes de España han enfrentado severas escaseces de agua en los últimos años, con una emergencia por sequía declarada en Cataluña a principios de este año.

La disminución en la producción ha coincidido con un descenso en el consumo de vino, que ha alcanzado su nivel más bajo desde 1996 debido al aumento de precios por la inflación y una notable caída en el consumo de vino en China a causa de la desaceleración económica.

Los expertos advierten que las sequías regulares podrían convertirse en la "nueva normalidad" en el Mediterráneo para mediados de siglo si no se toman medidas inmediatas contra el cambio climático. Esta situación plantea no solo un reto para los productores y consumidores actuales, sino también una interrogante sobre la sostenibilidad a largo plazo de una de las industrias más emblemáticas y culturalmente significativas de Europa. La viticultura, arraigada profundamente en la historia y economía de muchos países europeos, se enfrenta ahora a la necesidad imperiosa de adaptarse y evolucionar ante un clima que cambia con rapidez.

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