Sudáfrica se enfrenta a la dura realidad del cambio climático en sus viñedos

Productores sudafricanos combaten el cambio climático bajo el asedio de lluvias torrenciales y sequías

Martes 23 de Abril de 2024

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Viñedos en la región vinícola de Stellenbosch en el Cabo Occidental de Sudáfrica

En los viñedos del extremo sur de África, el cambio climático está poniendo a prueba la resistencia y la capacidad de adaptación de los productores de vino. Se da un escenario donde hileras de viejas vides desenraizadas se acumulan en los tramos bajos de terrenos yermos, mientras que en otras áreas, la replantación es evidente, buscando una mejora en la gestión de los recursos naturales y una respuesta eficaz a las precipitaciones cada vez más violentas aunque menos frecuentes.

Este escenario no es exclusivo de Sudáfrica; desde Australia hasta California, pasando por Francia, España e Italia, los viticultores se enfrentan a desafíos similares debido a los cambios en las condiciones climáticas que afectan directamente la viabilidad y el desarrollo de las uvas, tal y como venimos informando en Vinetur. A nivel global, el sector vitivinícola se ve obligado a reconsiderar y adaptar sus prácticas agrícolas y de gestión del agua.

Para hacer frente a las lluvias intensas, en muchas fincas se están implementando nuevas disposiciones de las vides que se alinean con el relieve natural del terreno. Esto incluye la creación de drenajes entre cada parcela que convergen en reservorios, destinados a retener agua que luego será esencial durante los periodos de sequía.

Además, la replantación se lleva a cabo en fases, permitiendo que las variedades antiguas, como la Chenin —característica de la región del Loira en Francia—, continúen su producción mientras las nuevas vides crecen y se adaptan al entorno, lo cual puede tardar hasta cuatro años en mostrar resultados productivos.

La biodiversidad también está recibiendo una atención especial, con la introducción de arbustos nativos que atraen a insectos y otros animales, lo que contribuye a la salud del suelo. Árboles como los pinos, traídos por colonos europeos y conocidos por su alto consumo de agua, están siendo retirados para optimizar el uso de recursos hídricos.

Por otra parte, el uso de fertilizantes naturales se está popularizando, con decenas de vacas que proporcionan abono mientras pastan en las propiedades. Este enfoque holístico no solo busca adaptarse al presente, sino diseñar una finca que siga siendo relevante y productiva en los próximos 50 o 100 años, integrando prácticas que respeten y potencien las características naturales del lugar como los suelos de granito y la proximidad al océano.

Sin embargo, el reto sigue siendo considerable. El clima ya presenta patrones erráticos con lluvias escasas y temperaturas elevadas. Las proyecciones no son alentadoras: se espera que para el año 2050, la provincia de Western Cape, donde se ubica Stellenbosch, experimente una reducción del 30% en las precipitaciones anuales. Además, aunque las lluvias serán menos frecuentes, cuando ocurran, serán más intensas, lo que aumentará el riesgo de inundaciones.

Este escenario plantea un dilema significativo para los recursos hídricos: en temporadas de escasez, el agua disponible podría priorizarse para el consumo urbano en detrimento de las necesidades agrícolas, lo que subraya la importancia de desarrollar sistemas de gestión del agua que sean autosuficientes.

La adaptación al cambio climático en la viticultura no solo es una estrategia para mantener la producción; es una necesidad imperiosa para preservar un sector que es cultural y económicamente vital para muchas regiones del mundo. Los viticultores están demostrando que con innovación y resiliencia es posible enfrentar estos desafíos, asegurando que el legado del vino pueda perdurar a pesar de las adversidades climáticas.

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