José Peñín
Martes 02 de Abril de 2024
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Nunca me ha apasionado la syrah española. Esta casta muestra sus encantos en el norte del Ródano, su lugar histórico de cultivo, con una mayor y más nítida expresión varietal fruto de una climatología fresca sin dejar de ser mediterránea. En cambio, en nuestro país, con unas temperaturas más elevadas, sus vinos tienden a sabores compotados debido a la más temprana y rápida maduración de sus racimos vendimiada en el declive de su cenit aromático y menor identificación varietal. No se por que razón esta casta se ha plantado en las zonas más cálidas de nuestro país cuando en realidad le va temperaturas más frescas dentro de un perfil mediterráneo.
Los mejores vinos de esta casta reseñados más abajo se han valorado por su potencia, equilibrio y sabor, pero no por su carácter varietal. No alcanzan las puntuaciones de otras cepas situadas en el podio a partir de 95. Algunos de ellos se acercan a los shiraz australianos y sudafricanos. Sin embargo, la syrah es ideal para ensamblarse con cepas más tardías, como monastrell, garnacha, petit verdot y cariñena. Su maduración se acerca a la tempranillo, pero ambas decaen en la mitad sur de nuestro país. Existen dos polos del syrah: el opulento, oscuro, carnoso y robusto que define el modelo australiano y el más ligero, menos intenso de color, expresivo, seco, mineral y algo balsámico del Ródano, con el paradigma de esos maravillosos matices a violetas, grosellas y hierbas de monte de Côte-Rôtie.
En los primeros años de la década de los noventa, comenzó en España una pequeña fiebre por cultivar esta variedad como una alternativa a la tempranillo para los ensamblajes. Hoy prácticamente toda la geografía eminentemente cálida está surtida por esta uva, sobre todo en Castilla-La Mancha y Extremadura. Como dice Jancis Robinson "los syrah españoles son más dulces y "regordetes".
La syrah se proyectó al mundo desde las lomas y terraplenes franceses de Hermitage y Côte-Rôtie, lugares donde esta cepa tímida respira y vive a gusto destapando su frasco de esencia varietal. Cepa que cantaban Plinio, Marcial y Plutarco en los viñedos verticales del imperio romano. Terraplenes donde no se cultivaba otra cosa que la vid. Gracias a sus raíces, la planta fue capaz de detener el peligroso torrente pedregoso de granito y pizarra que, siglo tras siglo, horadaba el imponente Ródano, ese caudaloso río que recibe la lluvia del Atlántico y se la regala al Mediterráneo.
En los malos tiempos del productivismo rentable de los años cincuenta y sesenta aparecieron los tractores incapaces de moverse por los bancales. Y así ganaban los viñedos horizontales de las zonas bajas, de inferior calidad, impidiendo que se inmortalizaran como en los barrancos del Rin, Douro o, incluso, Cinqueterre. Un viñedo de estacas erguidas sobre terraplenes, cuyo trabajo, nunca mejor dicho, cuesta no solo el riñón del bolsillo sino también del cuerpo si se intenta mantener la verticalidad. Ese es el secreto: piedra, sol y Mistral.
El primero en cultivar esta variedad en España en los años ochenta fue Josep D´Anguera en Tarragona. Un vino joven tipo beaujolais, en el que la syrah se agazapaba en un ensamblaje con cabernet sauvignon, garnacha y creo que con cariñena. Incluso, la séptima generación de los Anguera, Joan y Josep, llegaron a eliminarla para injertarla con garnacha. Algunos atribuyen a Carlos Falcó, Marqués de Griñón, el ser el primero en cultivarla en su finca de Toledo, pero eso fue en 1991, cinco años después que los Anguera.
De los 10.000 vinos catados cada año por el equipo de la Guía Peñín, 750 marcas cuentan en su ensamblaje con esta variedad, de las cuales 157 aparecen solo con syrah. Ninguno ha alcanzado el podio del 95-100 puntos y solamente 7 vinos se hallan entre los 93 y 94. Todos ellos tienen un punto en común: su elevada concentración de color y cuerpo, pero con buena expresión de fruta madura. Sus precios son elevados, posiblemente porque esta variedad no sea un producto estratégico comercialmente hablando, sino más bien como un reto. He aquí mis anotaciones.
La viña contempla el mediterráneo de la costa sometida al viento de la tramontana. De color intenso, aroma potente a fruta madura, mezcla de evocación de moras maduras y tostado de chocolate con taninos dulces muy carnoso.
La impronta de Michel Rolland se hace notar con su experiencia argentina. En este caso trabajando con viñedos a más de 600 metros de altitud elaborado en Toledo, pero fuertemente soleados. Cereza intenso, recuerdos a moras maduras y una pincelada de chocolate, muy expresivo frutalmente.
El vino procede de la finca situada en la localidad castellana de Olmedo, propiedad del famoso arquitecto Rafael Moneo. Viña de temperamento continental de contraste térmico día-noche. Muy intenso de color, de sabor potente, carnoso, taninos muy confitados y maduros con cierta expresión frutal.
Un sorprendente syrah de tierras calizas enfrente de la Abadía. De color cereza intenso, aroma con evocación de mermelada de moras y finos tostados de barrica muy integrados en el vino. Es de sabor potente, carnoso, muy maduro, pero con cierta expresión frutal y ligeramente balsámico de frescura a 800 metros de altitud.
Con una inteligente crianza en toneles de 500 litros, es notable que en la zona donde manda la garnacha blanca como variedad tardía, Nuria Altés y Rafael de Haans se hayan atrevido a plantar una uva temprana como la syrah. Un tinto muy ecológico de color muy intenso, con un roble cremoso muy fundido en el vino, que se percibe al olfato y boca, con el sabor de fruta negra y matices ligeramente tostados que recuerdan al chocolate láctico y hierba seca del Mediterráneo.
La finca situada en las alturas de Guadalajara se beneficia de la acidez que proporciona esa cota y de la insolación continental. Un tinto de color cereza intenso, tostado fino y fruta negra confitada, recuerdos de cacao negro.
Plantar syrah en los suelos pizarrosos del Priorat no deja de ser una temeridad debido a la rápida maduración de los racimos. El volumen, madurez de los granos y una sabia crianza en roble no impiden que la expresión frutal se imponga, lo que permite una fluidez en boca que apenas se perciben sus 15º de graduación.
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