Flexibilización de la PAC: ¿Solución o retroceso ambiental?

El dilema de la nueva política agrícola europea

Martes 26 de Marzo de 2024

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La modificación de las exigencias medioambientales de la Política Agrícola Común (PAC) ha generado un torbellino de opiniones y posiciones encontradas entre el sector agrario y los grupos ecologistas en España, reflejando la complejidad de equilibrar las necesidades económicas con la protección ambiental en un contexto europeo. En el centro de este debate se encuentra la reciente decisión de los Estados miembros de la Unión Europea de aprobar medidas que suavizan las demandas ambientales para los agricultores, una decisión que ha llegado tras intensas protestas por parte del sector agrario, que veía en la rigidez anterior una amenaza a su viabilidad económica.

Desde el punto de vista del sector agrario, representado por entidades como Cooperativas Agroalimentarias de España, Asaja, COAG y UPA, estas medidas representan un avance significativo y un reconocimiento de las dificultades que enfrentan los agricultores y ganaderos. Destacan, en particular, la importancia del diálogo estratégico abierto por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que busca garantizar una transición ecológica que sea llevadera y financieramente viable para el campo. Aún así, a pesar de celebrar la flexibilización de la PAC, señalan que los cambios podrían haber llegado antes y que todavía quedan muchos aspectos por mejorar, especialmente en lo que respecta a la reestructuración del sector para incrementar su competitividad y rentabilidad dentro de la cadena alimentaria.

Por otro lado, los grupos ecologistas y entidades comprometidas con la protección del medio ambiente, como Greenpeace y la coalición Por otra PAC, han expresado su firme oposición a estas modificaciones, las cuales consideran un retroceso en la lucha contra el cambio climático y la degradación ambiental. Critican la falta de una evaluación de impacto adecuada de la propuesta y la percepción de que estas medidas podrían desmantelar años de progresos en políticas ambientales. Ven en esta flexibilización una capitulación ante las presiones del sector agrícola que pone en riesgo el equilibrio ecológico y, a largo plazo, la propia sostenibilidad de la agricultura.

Los cambios aprobados afectan directamente a la condicionalidad de los subsidios de la PAC, introduciendo exenciones y ofreciendo mayor flexibilidad a los Estados miembros para adaptarse a las especificidades nacionales y regionales, especialmente en lo que respecta a la protección de suelos y la rotación de cultivos. Además, las pequeñas explotaciones de menos de diez hectáreas verán una reducción de los controles y sanciones, una medida que, si bien beneficia al 65% de los beneficiarios de la PAC, solo afecta al 10% de las tierras agrícolas.

Este debate entre la necesidad de apoyar al sector agrícola para que sea económicamente viable y la imperiosa necesidad de proteger el medio ambiente y combatir el cambio climático, subraya la complejidad de encontrar un camino que satisfaga ambas demandas. Mientras el sector agrario ve en la flexibilización de la PAC una oportunidad para adaptarse mejor a los desafíos económicos y climáticos, los grupos ecologistas advierten sobre los riesgos de comprometer los objetivos ambientales, esenciales para garantizar un futuro sostenible.

En este contexto, la Unión Europea se encuentra en un momento delicado, buscando equilibrar las demandas de un sector vital para la economía con la urgencia de acciones efectivas contra el cambio climático y la degradación del medio ambiente. La evolución de esta política será determinante no solo para la viabilidad del sector agrario europeo, sino también para la capacidad de Europa de liderar globalmente en la transición hacia una economía más verde y sostenible.

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