Enoturismo y niños: Toda una experiencia

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Domingo 14 de Julio de 2019

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La enología es una cosa seria, nos dicen los puristas del vino. Pero la enología como cualquier arte está hecha para el disfrute y ésta desde hace tiempo ha traspasado la barrera del disfrute en casa, con nuestra copa de vino en mano, para mostrarnos el proceso, el esfuerzo y el trabajo que hay detrás del vino que estamos bebiendo. El enoturismo no debe verse unicamente como turismo del vino sino como la muestra por parte del bodeguero de todo el trabajo, esfuerzo e ilusión que se pone para que los vinos gusten y aporten valor. Y en esta vertiente del enoturismo, entendida como esta muestra del trabajo creo que debemos enseñar a los niños y más jóvenes, para que, más allá del vino, valoren que las cosas bien hechas  merecen ser reconocidas.

Tengo dos niños pequeños y desde que han tenido meses los he llevado a visitar bodegas y en este artículo os cuento mi experiencia y mis reflexiones.

En primer lugar, quiero hablar de las bodegas y su posición hacia los nilños en las visitas guiadas. Yo diría que hay tres clases de bodegas:

Las que los niños ni fú ni fa que creo que serían la mayoría. Los padres van con sus niños y ellos se ocupan de su cuidado y de que estén calladitos para no molestar al resto de visitantes y no interrumpan las explicaciones.

Luego tenemos las bodegas serias, recordad que la enología es una cosa seria, y no ven la necesidad de que haya niños, así que los niños fuera, ya tendrán tiempo de aprender lo que es el vino y quizá con 30 o 40 se cansen de beber cerveza y se pasen al vino...

Y por último tenemos las bodegas "child friendly", aquellas que tienen un espacio para los niños donde aprenden cosas sobre el vino mientras los padres hacen la visita o poseen materiales para que los niños se entretengan ( dibujos, juegos de olores y texturas...) y en donde la persona encargada de la visita interactúa con los niños haciéndola un poco menos técnica y un poco más amena.

Pues bien, puedo decir que he visitado los tres tipos de bodegas y despúes de varias experiencias he sacado una serie de conclusiones.

La enología es seria, hasta cierto punto. Si queremos que nuestros hijos valoren el trabajo y el esfuerzo de sacar adelante un trabajo, llevémoslos a las bodegas, pero cuando tengan la edad suficiente para valorarlo. Mientras tanto, lo mejor es informarnos y acudir a bodegas en donde sean bien recibidos y disfruten de la visita, pinten, jueguen y se diviertan mientras nosotros disfrutamos también y aprendemos.

Si queremos hacer una visita más técnica con una cata de vino más profesional, lo mejor es que dejemos a los niños en casa.

Y como ejemplo de visitas interesantes para realizar con niños, os propongo tres experiencias enológicas en donde los niños sí son bien recibidos:

En Emina Rueda, en Medina del Campo nos trataron de lujo cuando realizamos la visita. En la recepción tenían una mesita con pinturas y folios y mientras visitabas las instalaciones de la bodega y la almazara de aceite, los niños estaban entretenidos aunque también son bien recibidos si quieren hacer la visita contigo.

En Bodegas Valdubón, muy cerquita de Aranda de Duero, los niños sí son bien recibidos. Disfrutan bebiendo el mosto que les dan a probar en la bodega y oliendo los frasquitos de los aromas del vino, haciendo juegos para adivinar a qué pertenece cada aroma mientras los padres juegan a adivinar qué aromas poseen los magníficos vinos de la bodega.

En Arganda del Rey podemos encontrar una de las experiencias más completas que podemos realizar en enoturismo activo. Vinícola de Arganda organiza una visita enoturística que incluye paseo en carriola por el campo para conocer de primera mano el trabajo de la vid, visita a la bodega y a la colección de aperos antiguos y elementos relacionados con la elaboración del vino y cata de tres vinos. Una experiencia al aire libre que pocas bodegas ofertan y que hace las delicias de los más pequeños.

Dicho esto, ¿La enología no es cosa de niños, o sí...?

Un artículo de Jorge Pérez
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