La Sierra de Francia y el reino de la Rufete ( I )

Domingo 24 de Marzo de 2019

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Primera parte

La Sierra de Francia comprende un territorio del Sistema Central ibérico, situado al sur de la provincia de Salamanca en el límite con la provincia de Cáceres. Está integrada en la Reserva de la Biosfera de las Sierras de Béjar-Francia y en el Parque Natural de Las Batuecas-Sierra de Francia. En esta sierra abrupta, repleta de pliegues y valles, se erige en su cumbre, a 1.723 msnm, la Peña de Francia donde se encuentra el Santuario con la iglesia de Nuestra Señora de Francia, el convento, la gruta e imagen de la Virgen, la hospedería, el balcón-mirador de Santo Domingo y el balcón de Santiago con unas soberbias vistas, si las brumas no lo impiden, sobre la llanura castellana, Las Hurdes y la sierra de La Estrella de Portugal.

Todo el conjunto se encuentra regido y atendido por frailes de la Orden de los Dominicos desde 1.436, con algunos paréntesis como el de la incautación de todos los bienes de las órdenes religiosas en 1.835 con la desamortización de Mendizábal.

El nombre de Francia que se dio a la sierra, la peña y la imagen de la Virgen no se conoce con exactitud. Sin embargo, y según un documento fechado en 1.289 que se retrotrae ocho siglos atrás, casi siglo y medio antes de la llegada del joven estudiante francés Simón Vela a este lugar en mayo de 1.434, una colonia francesa figura entre los repobladores de Salamanca en el siglo XI, como ocurrió después con otras ciudades.

Colonias de repobladores similares se establecieron por aquél entonces y más tarde, Muy bien pudo haber ocurrido que una colonia similar se estableciese, entonces o más tarde, en estos lugares, y por ella recibiera la comarca el nombre de la nación de origen de sus repobladores. De hecho, está constatado que viejos apellidos originariamente franceses (Luis, Griñón, Martín, Bernal, Gascón, etcétera) son frecuentes en familias arraigadas desde tiempo inmemorial en los pueblos de la zona de la sierra. Abundando en esta línea, otro ejemplo lo tenemos en el nombre de algunas localidades. Es el caso del nombre del pueblo de la sierra de San Martín del Castañar, conjunto histórico-artístico desde 1.982 merced a su singular y bellísima arquitectura tradicional basada en técnicas constructivas y empleo de materiales de origen mudéjar (arquitectura entramada).

El paisaje del Parque Natural de Las Batuecas-Sierra de Francia posee un extraordinario valor natural, paisajístico, medioambiental y faunístico. Sorprenden sus profundos cañones labrados por la red fluvial de los ríos Alagón, Francia y Batuecas que vierten al Tajo y Agadón que vierte al Duero. Aquí la diferencia de altitud existente y la orientación de las laderas determinan dos zonas muy distintas: por una parte, una de clara influencia atlántica más fresca y, por otra, más cálida de influencia mediterránea que permite el cultivo tradicional  la vid, el olivo, la castaña y la cereza.

Y todo ello, en comunión con la riqueza cultural, gastronómica y su imponente patrimonio histórico-artístico, convierte a esta zona en un pequeño paraíso plagado de encantos y biodiversidad.

Pero todo ello resultaría incompleto si se omite el cultivo de la vid en estas tierras y la elaboración de unos vinos de elevada calidad y expresión merced a la variedad de uva autóctona y dominante, la Rufete que junto a la Garnacha Tinta y la Tempranillo forman la triada tinta de la zona.

Para situar el cultivo de la vid por estos parajes hay que remontarse a la época romana. La invasión islámica significó un fuerte retraimiento en el cultivo de la vid, debiendo esperar a la Reconquista para que resurgiese en el siglo XI el cultivo de la vid, junto al del cereal y el olivo. En los siglos XV y XVI, según citas históricas, la zona era conocida por sus vinos bajo el nombre de Sierra de Francia o Sierra de Salamanca, convirtiéndose el cultivo de la vid en un revulsivo económico y fuente principal de ingresos para la comarca. En el último tercio del silgo XIX la plaga de la filoxera arrasó el viñedo en todo el continente excepto en las zonas más aisladas. La Sierra de Francia no fue una excepción, pero no la sufrió tan devastadoramente como otros lugares y gracias a los porta injertos de pie americano resistentes al insecto.

 

Un artículo de Alfredo Gómez Pascual
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