Benidorm y aquellos vinos paterninas con bandas

Eran los años en los que aún existía el servicio militar obligatorio en España, o sea la mili para entendernos mejor.

Mi amigo Vega y yo nos -que a la sazón estábamos cumpliendo con la patria- ganamos dos meses de permiso (éramos los mejores deportistas de la compañía y los mejores tiradores).
Y planeamos "el viaje de nuestras vidas": Benidorm julio y agosto, y nuestras amigas inglesas y "el no va más".

Llevamos cuatro duros de nuestros ahorros de antes de la mili y nos plantamos en Benidorm. En los cuatro días primeros en Benidorm se nos acabaron todos nuestros ahorros. Y ni chicas, ni dinero ni tampoco queríamos dormir en un parque ni volver a la mili con el rabo entre las piernas.
¿Solución?, ponernos a trabajar de camareros. Afortunadamente dabas una patada a una baldosa y te salían 100 trabajos -vamos, lo mismito que ahora- y podías elegir a tu conveniencia.
Yo elegí un hotel al lado de la Playa de Levante (a 20 metros de la orilla del mar) y mi amigo otro un poco más lejos.
Mi sorpresa llegó cuando me llevaron a mi habitación (incluida en el contrato de trabajo). Recuerdo que estaba al ladito del almacén de los vinos. Ya colocados le comente a mi amigo la ubicación de mi habitación y no tardó en venir a visitarme.
Mi amigo Vega, que era un manitas consiguió abrir la puerta del almacén cuando me vino a visitar y descubrió aquella mina de oro (también había banda-oro) y decidió inconscientemente que nos doctorariamos "sumilleres".
Y si bien no nos doctoramos "sumilleres" si conocimos bien todas las bandas de los "paterninas" que estaban muy de moda por entonces y los "campoviejos" que no le iban a la zaga.
¡Juventud, divino tesoro!

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