ENOLOGÍA PARA TODOS: La poda

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Jueves 10 de Enero de 2019

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El invierno es la estación en la que se hace el trabajo más importante de todo el ciclo de la vid: la poda. En esta época del año la viña está en reposo hibernal, y las yemas de donde saldrán las nuevas ramas llevan dormidas desde que se agostaron los sarmientos. Bajo la acción de los primeros fríos de otoño, cuando las hojas se caen, las yemas recuperan poco a poco la aptitud de desborrar y abrirse. Como las condiciones climáticas no son las mejores, permanecerán en reposo hasta que suban las temperaturas y puedan desborrar.

La poda es una operación muy delicada que determina la forma de la planta y la producción de uva. La vid es una liana y de forma silvestre la producción de madera es prioritaria a la producción de frutos. Gracias a la poda conseguimos "manipular" la naturaleza de la planta y obligarla a producir uva; de esta manera podemos regular y armonizar la producción en la parcela. Además, la poda limita el alargamiento de los sarmientos y el esqueleto de la cepa para contener su desarrollo en un espacio reducido.

El tipo de poda debe adaptarse a las condiciones de la parcela, el número de plantas por hectárea, la altura de cada cepa, el tipo de vendimia (manual o mecánica) o si el viñedo está en vaso o en espaldera, pero sobre todo a la variedad de uva. Hay muchas formas y tipos de poda, pero hoy veremos dos de las más comunes: el cordón Royat y la poda Guyot. Cuando se poda se trata de dejar en la cepa sarmientos podados a longitud variable: los pulgares, que llevan únicamente dos yemas y las varas, que llevan al menos cuatro.

En la poda tipo cordón Royat cada cepa tiene uno o dos brazos bien formados, conseguidos a base de podas sucesivas. Cada año, el viticultor conserva las ramas más anchas y que sirven de estructura y en cada uno de los brazos se dejan varios pulgares con dos yemas cada uno. La cantidad de pulgares depende de la longitud de los brazos y la carga de racimos que se quiera obtener.

En la poda tipo Guyot, la cepa lleva un pulgar con dos yemas en un lado y una vara en el otro. Las yemas que se dejan en la vara dependerán del vigor de la viña, si es fuerte y está bien nutrida se pueden dejar hasta ocho o diez yemas.

Para cada tipo de poda, el viticultor tiene que "educar" a la viña con la poda de formación. Se debe establecer el tronco a partir de un sarmiento recto, que parta de la base y con las menos cicatrices posibles realizadas en las podas sucesivas. El tronco estará formado a partir del tercer año. Los brazos deben formarse con sarmientos de vigor similar para asegurar el equilibrio. El punto de bifurcación de los brazos se llama cruz. Su altura varía en función de la región y del sistema de poda. Por ejemplo en las regiones francesas de Chateneuf de Pape está a unos 15 centímetros del suelo, en la región de Burdeos la media está en 40 centímetros y por aquí, en la D.O. Rueda, la cruz de nuestras viñas se sitúa entre 90 y 120 centímetros.

Como no podía ser de otra manera, dedico este artículo a todos los podadores que, como cada año, están pasando frío estos días en la viña para que podamos disfrutar de una buena añada 2019. ¡Mucho ánimo!

Cristina Vegas es nieta del fundador de Avelino Vegas. Es licenciada en Biotecnología y obtuvo el Diploma Nacional de Enología en la Universidad de Burdeos.

Un artículo de Avelino Vegas
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