ENOLOGÍA PARA TODOS: La multiplicación de la vid

Cada año, el Ministerio de Agricultura y Pesca publica en el BOE la cantidad de hectáreas que podrán ser plantadas con viñedo. En 2018 en España podrán plantarse 4.950 hectáreas de viña, que corresponde al 0,52% de la superficie que ya está plantada. De esta manera se regula la producción, evitando que se produzca más vino del que el mercado pueda aceptar.

Después de todo el papeleo que supone pedir una autorización para plantar viñedo, se debe pensar muy bien dónde, cómo y cuándo comenzar los trabajos de plantación. Para acercarnos un poco más a esta tarea, escribiré una serie de artículos sobre este tema en las próximas semanas.

Hoy empezaremos hablando de los métodos de multiplicación de la vid, es decir, como obtener el suficiente número de plantas para plantar la parcela. Las plantas deben ser idénticas para que todas tengan aproximadamente el mismo ciclo vegetativo: crecerán al mismo ritmo y los racimos madurarán al mismo tiempo. De esta manera los trabajos de la viña podrán hacerse a la vez y, en muchos casos, de manera mecanizada. Una maduración homogénea permite elegir con acierto el mejor momento para vendimiar.

Las técnicas más antiguas de multiplicación son el acodo y el estaquillado. El primero consisteen enterrar un sarmiento  de la cepa madre suficientemente largo para que salga otra planta en el extremo. Este sarmiento desarrollará sus propias raíces y una vez brotado, se separa de la madre. Aunque es eficaz, no se puede plantar todo un nuevo viñedo con este método, pero puede servir para remplazar alguna planta.

El estaquillado consiste en cortar sarmientos de las cepas ya plantadas (también llamados esquejes) y colocarlas en un medio favorable  para que desarrollen raíces y hojas idénticos a la planta madre. Es una técnica muy sencilla y puede incluso hacerse en casa cogiendo un trocito de sarmiento con una yema y poniéndolo en agua. Al cabo de cierto tiempo saldrán las nuevas raíces y hojas y podrá ponerse en la tierra para seguir creciendo. Este era el método de referencia para la multiplicación de vid hasta la llegada de la fatídica filoxera a mediados del siglo XIX. Este pulgón causó una auténtica catástrofe: en treinta años invadió y destruyó todo el viñedo de Europa y el norte de África. Fue entonces cuando empezó a utilizarse la multiplicación por medio de injertos y es el método más utilizado hoy en día.

A finales del siglo XIX se descubrió que las vides americanas eran resistentes al pulgón, es decir, que aunque la planta esté infectada de filoxera no habrá daños en las hojas ni en los racimos. Se empezaron a  injertos de vides y gracias a ello pudo reconstruirse todo el viñedo infectado. Los injertos consisten en fijar dos porciones de plantas: la parte superior es la variedad que queramos plantar (Verdejo, Tempranillo, Cabernet....), de donde saldrán las hojas y los futuros racimos; la parte inferior  es el porta-injerto o patrón, que servirá de soporte y producirá las raíces. Al poner las variedades europeas, que producen una buena calidad de uva, sobre porta injertos americanos, se logran aliar las propiedades de las dos partes.

Los porta injertos no solo se utilizan por ser resistentes a la filoxera, sino para adaptarse al suelo y a las condiciones climáticas. Los productores de plantas de viña tienen toda una lista de porta injertos y variedades para poder elegir a la carta las plantas de tu parcela. Los más utilizados son los resistentes a la caliza y los que se adaptan a la sequía, a la salinidad, o la humedad excesiva.

Como siempre, si tenéis alguna duda, no dudéis en preguntarme.

¡Feliz Semana Santa!

Por Cristina Vegas Gómez

Cristina Vegas es nieta del fundador de Avelino Vegas. Es licenciada en Biotecnología y cursó sus estudios de Enología en la universidad de Burdeos.